He leído con
detenimiento varias veces la carta que Dagoberto Valdés escribió a Karina
Gálvez.
Si fuera
sincera esta misiva, reconozco que sería digna de compendiar en alguna obra
literaria. Desafortunadamente no lo es.
Un derroche
de halagos, exaltaciones, adjetivos en superlativo, todo un baño de
sobrevaloración que pretende enmascararse en apoyo a Karina.
Pudiera
pensarse que Dagoberto busca en verdad restañar su carencia de valor y coraje.
Será que
Dagoberto quisiera con la carta decirle a Karina:
“perdóname
por haberte dejado sola cargar con una responsabilidad que es solo mía, perdona
mi falta de valentía, perdona mi cobardía que no me permitió decir soy yo quien
tiene que estar detenido, fui yo quien gestionó el financiamiento de la compra
de la casa, fui yo quien te convenció para que tú dieras la cara pública en el
papeleo de la propiedad y la acreditaras a tu nombre, soy yo quien debe estar
sancionado y cargar con la vergüenza pública que les he infligido a ti y a tu
familia, soy yo quien debe estar en esa escuela trabajando y corrigiendo mi
falta con la sociedad y las leyes”.
Pudiera
pensarse que esa es la intención de Dagoberto, pero desafortunadamente no lo
es.
Como
siempre, hay muchas cosas en juego que tiene una carga muy fuerte en los
intereses de Dagoberto.
“Bienaventurados ustedes cuando por
causa mía los maldigan, los persigan y les levanten todo tipo de calumnias,
alégrense, y muéstrense contentos, porque su recompensa será grande en el reino
de los cielos.” La
escritura con tantas citas bíblicas tiende a confundir. A veces parece que
Dagoberto se coloca en el lugar de Dios. Será que se lo cree?
Insulta que
en la desenfrenada intención de agradar el oído de Karina y del lector que no
le conozca, Dagoberto equipare que contribuir con la limpieza de un centro
escolar al desarrollo del proceso docente educativo sea un “calvario, un
sacrificio, una cruz”.
Conozco
muchas personas honestas y humildes que sin otra vocación que la de servir y
ser útil a los demás han trabajado en estas ennoblecedoras tareas durante años,
asegurando la educación de generaciones y generaciones de cubanos. Ninguna ha
sentido su trabajo como una sanción.
Dagoberto,
creo ha sido infructuoso y tardío intento.
Lo curioso
de todo esto, es que tanta consternación de Dagoberto por el calvario, la cruz
y el sacrificio de Karina no le impiden seguir gozando de los favores de los amos
europeos y de paso disfrutar de algo que si le enloquece “la buena mesa sin
costo”. Que lo diga José Daniel Ferrer con quien se abrazó efusivamente en la
embajada checa recientemente.
José Daniel,
si supieras lo que piensa el señor Dagoberto de ti. Te reto a que te
documentes.
A propósito
en este país también hay muchas personas que tienen la honrosa tarea de
recolectar y seleccionar las yaguas que sirven para la curación de nuestro
tabaco. Tampoco ven esta tarea como un sacrificio. Los mencionados 10 años de
yagüero de Dagoberto son quizás los únicos en que habrá trabajado en su vida.
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