miércoles, 1 de marzo de 2017

Juana con su palangana

Por: Hefesto Vulcano
Como tal dice el chiste, el señor Donald Trump no cesa de ofender a los mexicanos con su dichoso muro, ahora dice que lo hará antes de la fecha indicada y que México al final lo pagará.
En su reciente discurso ante el Congreso, el señor de pelo de mazorca de maíz, y no creo que sea ofensa, sino un título como lo haría una película de Disney, dijo: “Debemos restaurar la integridad y el imperio de la ley en nuestras fronteras. Por eso, pronto comenzaremos la construcción de un gran muro a lo largo de nuestra frontera sur. Se iniciará antes de lo programado y, una vez terminado, será un arma muy eficaz contra el crimen y las drogas”.


El continúa insistiendo que eso evitará las drogas y no acaba de comprender que el hecho de que los norteamericanos se droguen no tiene que ver ni con mexicanos, colombianos, ni el opio asiático, sino que es parte de su naturaleza de sociedad violenta, agresiva y prepotente.
Nada tienen que ver los primeros emigrantes que llegaron a las 13 colonias haces siglos, aquellos eran religiosos que huyeron de su metrópoli buscando seguridad y esa búsqueda los llevó a defenderse contra todo y contra todos, lo que los obligó a armarse. Pasado el tiempo, las historias de aquellas tierras vírgenes arrastraron emigrantes de casi todo el mundo y fueron escribiendo su historia – la que tienen hoy- algunas veces gloriosa y otras ignominiosa, con momentos como la expansión hacia el oeste, la usurpación de tierras de los indios y luego hacia el sur –de la que fueron víctima los mexicanos- , la fiebre del oro, el sueño americano, la gran América y la expansión mundial.
Se convirtió esa nación en especie de tierra prometida, a la que iban los grandes científicos, los grandes negociantes, los grandes artistas y todos los grandes incluyendo los criminales, asesinos contrabandistas y hasta los grandes HP, que hoy les llaman políticos. En su deseo de expansión acogían todo lo bueno y todo lo malo, por lo que les llegaron las drogas, que de no haber sido por la idiosincrasia del hombre estadounidense formado de las ligas mencionadas anteriormente, los compuestos modificadores de la personalidad no hubieran tenido tanta acogida.
Ellos hicieron su hombre nuevo, lo hicieron hace muchooo… crearon arquetipos para demostrar su superioridad y aparecieron Súperman, Batman y otra pila de man que formaron parte de su propaganda, pero los man que no tenían esos superpoderes tuvieron que conformarse con marijuana como le dicen los mexicanos de la frontera, cocaína, heroína y los miles de engendros que creó la industria química, para igualmente ser “poderosos”.
Al paso del tiempo ellos tuvieron la mejor industria automovilística que movía sus autos con gasolina y también a su hombre americano que se movía con heroína, o sea, cada uno con su combustible, hasta que ahora llega Trump y quiere recuperar la industria de los automóviles que se la coparon sus amigos asiáticos y desterrar la droga que le ha facilitado el mundo para tenerlos contentos.
El problema de la droga es tal que ningún americano se sonroja cuando expone que consumió drogas, porque para ellos es como tomarse una Coca Cola, quizás más saludable. El expresidente George W. Bush usó marihuana y quién duda de que Trump con lo loco, mujeriego y jodedor que es no lo haya hecho también, porque viene de un mundo donde ese es el combustible, el del espectáculo.
Me parece que quitarle las armas personales y las drogas a los norteamericanos, es peor que mentarle la madre, creo que lo tolerarían más, y es comprensible, ambas cosas forman parte de su historia, de su formación y la vida del país. Obama trató de quitarle las armas y no pudo, al contrario se estimuló su venta y posesión. Ahora este loco quiere quitarles las drogas y eso va, a la larga, a repercutir en más droga, como sucedió cuando el wiski y la Ley Seca. Basta que les prohíbas algo a las personas para que ellas se rebelen.
Los resultados no se verán de inmediato, pero cuando cierren la frontera sur, por donde entra la mayoría de la droga, venga de donde venga; seguro van a probar por el aire por el mar, y casi volverán las peleas del oeste, pero que no le echen la culpa a mexicanos, colombianos y otras razas, porque para los estadounidenses la droga es tan necesaria como el chicle. Y lo peor, tal como exportan el clisé de la supremacía americana, exportan el de la droga y si muchos países la consumen, es gracias a ellos por su mal ejemplo.

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