miércoles, 23 de diciembre de 2015

#PinardelRío ''Mercenarios en tierra propia''


Los individuos que participan de la subversión en Cuba, para retrotraer la historia, se molestan cuando los llaman mercenarios e increíblemente no saben por qué. Los mercenarios de hoy son similares a los del gobierno batistiano, porque los políticos norteamericanos les pagaban para que actuaran incluso hasta contra su propio presidente. Ya en aquellos años algunos recibían paga de la Agencia Central de Inteligencia y otros de diferentes agencias del gobierno, porque si no lo saben, los años finales de Batista no le fueron bien con la Embajada de los Estados Unidos.

 Los mercenarios de hoy igualmente reciben manutención de los norteamericanos, algunos de agencias públicas como la USAID y una minoría de los servicios secretos que son varios. Y aun así no se creen mercenarios. Si ellos lucharan por verdaderos intereses nacionales, por la defensa de una ideología seria o como oposición respetuosa, la que hay en muchos países, que es oposición porque no tiene el poder del gobierno, pero si se alía a él, ofrece sugerencias, trabaja por un objetivo y todo para que el pueblo se sienta mejor. Pero si su interés es derrocar al gobierno y encima de eso le paga una potencia extranjera, inequívocamente usted es un mercenario, una vieja figura militar y de la política conocida igualmente como soldado de fortuna que es capaz de matar solo por dinero. Por ejemplo, la connotación más próxima de la lengua es que se le llama mercenario a un soldado o de una tropa, que por estipendio sirve en la guerra a un poder extranjero. Pero no tiene que ser tan belicoso, quizás no sirva con las armas pero se somete a un poder extranjero para hacer el mismo daño por la vía pacífica. Académicamente se define así: “Se conoce como mercenario (del latín merces, – edis, «pago»), a aquel soldado que lucha o participa en un conflicto bélico por su beneficio económico y personal, normalmente con poca o nula consideración en la ideología, nacionalidad o preferencias políticas con el bando para el que lucha. Generalmente se les menciona como asesinos a sueldo, sicarios, etc. Sin embargo, cuando este término (mercenario) se usa para referirse a un soldado de un ejército regular, se considera normalmente un insulto a su honra”. “El soldado, que representa a su nación, está dispuesto a luchar por una causa que es de su comunidad o país. Sin embargo, el mercenario lo hace solamente con ánimo de lucro. De ahí que a los mercenarios se les conozca también como soldados de fortuna”. El tema es muy rico, incluso se define en el Derecho Internacional: “En el protocolo adicional a la Convención de Ginebra del 12 de agosto de 1949 (APGC77), relativa a la protección de las víctimas de conflictos armados internacionales (protocolo I, de 8 de junio de 1977), se establece que, un mercenario es cualquier persona que: Ha sido reclutado o embarcado específicamente con el fin de luchar en un conflicto armado. Toma, en efecto, parte directa en las hostilidades. Su motivación para tomar parte en las hostilidades es principalmente el deseo por el beneficio personal, y de hecho, se le promete una recompensa material por una de las partes en el conflicto, o en favor de ésta que excede de forma sustancial al pago que los combatientes de las fuerzas armadas de dicha parte reciben con similares rangos o funciones”. Y ahora volvemos a nuestros mercenarios, que aunque ahora son de poca monta, siempre no fue así, porque la CIA ha usado mercenarios desde que Fidel estaba en la Sierra y con la marcha de la Revolución los utilizan sobremanera. Los mercenarios –tanto cubanos como americanos y hasta de otras nacionalidades, que pusieron bombas en centros de turismo en La Habana- comenzaron en las bandas del Escambray, vinieron por Playa Girón y aunque eso está litigio, se consideran mercenarios porque recibían salario del gobierno norteamericano, aunque su nacionalidad fuera cubana. Luego, cuando la Casa Blanca comprobó que no se podía por la fuerza de las armas pasaron a otra forma de mercenarismo, utilizándolos en el exterior o dentro del país como agentes de sus servicios especiales, medida que tampoco les resultó. Con la búsqueda de un acercamiento utilizaron los llamados “contratistas,” mercenarios a sueldo, pero que actúan en áreas ajenas a los militar, como Alan Gross que cayó en la ratonera y de paso crearon otro tipo servil que son los supuestos “disidentes”, algunos de renombre y otros de medio pelo. En resumen todos comen, se visten, beben y se calzan con dinero del Departamento de Estado, que lo entrega a grupos y organizaciones para que lo hagan llegar a Cuba, pagar a sus empleados y esperar que la fruta madure para cogerla en el suelo. Entonces no hay que a ser muy inteligente para saber que si una potencia le paga a usted para que derribe a su gobierno, usted, sin dudas, es un mercenario. 

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