Los individuos que participan de la
subversión en Cuba, para retrotraer la historia, se molestan cuando los llaman
mercenarios e increíblemente no saben por qué. Los mercenarios de hoy son
similares a los del gobierno batistiano, porque los políticos norteamericanos
les pagaban para que actuaran incluso hasta contra su propio presidente. Ya en
aquellos años algunos recibían paga de la Agencia Central de Inteligencia y
otros de diferentes agencias del gobierno, porque si no lo saben, los años
finales de Batista no le fueron bien con la Embajada de los Estados Unidos.
Los
mercenarios de hoy igualmente reciben manutención de los norteamericanos,
algunos de agencias públicas como la USAID y una minoría de los servicios
secretos que son varios. Y aun así no se creen mercenarios. Si ellos lucharan
por verdaderos intereses nacionales, por la defensa de una ideología seria o
como oposición respetuosa, la que hay en muchos países, que es oposición porque
no tiene el poder del gobierno, pero si se alía a él, ofrece sugerencias,
trabaja por un objetivo y todo para que el pueblo se sienta mejor. Pero si su
interés es derrocar al gobierno y encima de eso le paga una potencia
extranjera, inequívocamente usted es un mercenario, una vieja figura militar y
de la política conocida igualmente como soldado de fortuna que es capaz de
matar solo por dinero. Por ejemplo, la connotación más próxima de la lengua es
que se le llama mercenario a un soldado o de una tropa, que por estipendio
sirve en la guerra a un poder extranjero. Pero no tiene que ser tan belicoso,
quizás no sirva con las armas pero se somete a un poder extranjero para hacer
el mismo daño por la vía pacífica. Académicamente se define así: “Se conoce
como mercenario (del latín merces, – edis, «pago»), a aquel soldado que lucha o
participa en un conflicto bélico por su beneficio económico y personal,
normalmente con poca o nula consideración en la ideología, nacionalidad o
preferencias políticas con el bando para el que lucha. Generalmente se les
menciona como asesinos a sueldo, sicarios, etc. Sin embargo, cuando este
término (mercenario) se usa para referirse a un soldado de un ejército regular,
se considera normalmente un insulto a su honra”. “El soldado, que representa a
su nación, está dispuesto a luchar por una causa que es de su comunidad o país.
Sin embargo, el mercenario lo hace solamente con ánimo de lucro. De ahí que a
los mercenarios se les conozca también como soldados de fortuna”. El tema es
muy rico, incluso se define en el Derecho Internacional: “En el protocolo
adicional a la Convención de Ginebra del 12 de agosto de 1949 (APGC77),
relativa a la protección de las víctimas de conflictos armados internacionales
(protocolo I, de 8 de junio de 1977), se establece que, un mercenario es
cualquier persona que: Ha sido reclutado o embarcado específicamente con el fin
de luchar en un conflicto armado. Toma, en efecto, parte directa en las
hostilidades. Su motivación para tomar parte en las hostilidades es
principalmente el deseo por el beneficio personal, y de hecho, se le promete
una recompensa material por una de las partes en el conflicto, o en favor de
ésta que excede de forma sustancial al pago que los combatientes de las fuerzas
armadas de dicha parte reciben con similares rangos o funciones”. Y ahora
volvemos a nuestros mercenarios, que aunque ahora son de poca monta, siempre no
fue así, porque la CIA ha usado mercenarios desde que Fidel estaba en la Sierra
y con la marcha de la Revolución los utilizan sobremanera. Los mercenarios
–tanto cubanos como americanos y hasta de otras nacionalidades, que pusieron
bombas en centros de turismo en La Habana- comenzaron en las bandas del
Escambray, vinieron por Playa Girón y aunque eso está litigio, se consideran
mercenarios porque recibían salario del gobierno norteamericano, aunque su
nacionalidad fuera cubana. Luego, cuando la Casa Blanca comprobó que no se
podía por la fuerza de las armas pasaron a otra forma de mercenarismo,
utilizándolos en el exterior o dentro del país como agentes de sus servicios
especiales, medida que tampoco les resultó. Con la búsqueda de un acercamiento
utilizaron los llamados “contratistas,” mercenarios a sueldo, pero que actúan
en áreas ajenas a los militar, como Alan Gross que cayó en la ratonera y de
paso crearon otro tipo servil que son los supuestos “disidentes”, algunos de
renombre y otros de medio pelo. En resumen todos comen, se visten, beben y se
calzan con dinero del Departamento de Estado, que lo entrega a grupos y
organizaciones para que lo hagan llegar a Cuba, pagar a sus empleados y esperar
que la fruta madure para cogerla en el suelo. Entonces no hay que a ser muy
inteligente para saber que si una potencia le paga a usted para que derribe a
su gobierno, usted, sin dudas, es un mercenario.
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