El
II festival de la cultura pinareña Nosotros se caracterizó por la búsqueda del
sello distintivo, el cual marcara la diferencia entre las fiestas populares y
las de un evento identitario. Sin embargo, quedaron aspectos de esta índole por
perfeccionar, amén de los logrados espacios culturales y el ciclo de conferencias
sobre diversos temas programados en el taller científico Vueltabajo: paraíso de
tradiciones.
En
comparación con la efectuada el año anterior, es válido destacar una mejor
organización y mayor representatividad de conjuntos musicales y proyectos
comunitarios del territorio, que se mostraron en el rescate, promoción y
desarrollo de la cultura. No obstante, existieron lagunas en el tiempo, en el
que se escuchaba música ajena a la intención del festival, mientras los grupos
musicales se preparaban para ofrecer un concierto.
Nuevamente
nos quedamos con deseos de ver más, y de disfrutar, en las noches, de
espectáculos que pusieran "a gozar" al cubano, cuando la multitud se
reunía en el estrado principal. Con excepción de algunos casos, las personas
bailaban si tenían una botella de ron.
En
las carpas destinadas a Comercio y Gastronomía, solo se encontraban los mismos
productos de las tiendas y del centro de elaboración, con sus respectivos
precios y no hubo variedad en las ofertas gastronómicas.
Subías
y bajabas la calle principal, y para muchos ciudadanos la imagen del evento era
similar a una feria del libro o carnaval, sin un diseño bien logrado, que
definiera o representara elementos de la cultura pinareña. Esto no quiere
decir, que olvidemos, cuánto cuesta invertir en ello en el mundo actual.
Resultó un poco difícil, distinguir sí eran los mogotes de Viñales u otra
imagen lo que se ilustró en las diferentes entradas del lugar donde se enmarcó
el festival.
Sumarle
a ello que, por indisciplinas sociales y el inadecuado funcionamiento de los
trabajadores de comunales, en varias ocasiones, la ciudad amanecía sucia, con
los tanques de basura al límite y otros desechos por doquier.
También
la muchedumbre estuvo desorientada. Faltó una cartelera central que orientara
al público hacia sus preferencias, y una mejor coordinación de participación
con las instituciones educacionales para las conferencias impartidas.
Reconocer
que animaron el evento las comparsas de la provincia, los grupos de teatro
callejero Histrion y Tecma, con atractivas propuestas; los grabados impresos y
las pinturas con instantáneas de la ciudad, al frente de Museo Provincial de
Historia, las funciones de la compañía de teatro lírico Ernesto Lecuona, así
como el concierto de la cantautora Liuba María Hevia
y
las presentaciones de proyectos comunitarios de los distintos municipios, que
ganaron público por su talento artístico.
Continúa
latente, por parte del comité organizador del festival, la búsqueda de la
identidad, tema complejo de la sociedad cubana. Estas valoraciones para nada
quieren desestimar el esfuerzo, las ideas e iniciativas que se tienen, en aras
de rescatar lo autóctono de Pinar del Río.
Perfeccionar
la próxima edición es un compromiso de todos, pues es esencial en estos
momentos, en que vivimos en una sociedad caracterizada por el consumo cultural.
Es necesario fortalecer las raíces, los valores y no olvidar la historia,
porque quien relega el pasado pone en peligro el futuro.
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