Publicado: 14
abril, 2016
Dora
Alonso estaba en Manzanillo cuando los bombardeos de Santiago de Cuba y La
Habana de aquel abril de 1961. Entrevistaba en esos días a la madre de Piti
Fajardo, cuando su sentido periodístico le incitó a partir hacia la capital.
Algo grande estaba pasando.
Porque Dora Alonso fue, antes que escritora, una excelente periodista. Aunque es más conocida por su obra literaria dedicada para niños, fue precisamente ella una de las pioneras en la corresponsalía de guerra, luego del Triunfo de la Revolución. Reportó para Bohemia no solo los hechos de la invasión a Playa Girón en 1961, sino la Crisis de Octubre de 1962.
Porque Dora Alonso fue, antes que escritora, una excelente periodista. Aunque es más conocida por su obra literaria dedicada para niños, fue precisamente ella una de las pioneras en la corresponsalía de guerra, luego del Triunfo de la Revolución. Reportó para Bohemia no solo los hechos de la invasión a Playa Girón en 1961, sino la Crisis de Octubre de 1962.
Pero
resultó, en el primero de los casos, cuando la periodista más sintió los
horrores y demonios de la guerra. E hizo todo por reportar los hechos.
Desde
Manzanillo se las ingenió para regresar al Occidente: Cuba estaba en plena
invasión.
Acompañada
por un fotógrafo de Bohemia, pudo obtener los dos últimos pasajes hacia La
Habana, aún sin conocer el sitio exacto de la entrada de los mercenarios. Ya en
Matanzas nadie la quiso recoger y llevarla a la primera línea de combate;
resultaba muy peligroso. Era mujer, y en aquella época, y todavía hoy, se percibe
con prejuicios a las corresponsales de guerra.
Pero
Dora no creyó en estigmas. Tenía 50 años, y era periodista. No necesitaba más
argumentos; y con ellos convenció a un chofer. Entró, de esta forma, con los
tanques de Fidel a Playa Girón.
Fueron
horas intensas, tremendas y así lo recogió en su reportaje “Avanzando con el
pueblo en armas”, publicado el 30 de abril de 1961; fue una evidencia de los
sentimientos encontrados de la mujer madura que partió en busca de la historia
a las costas matanceras.
Desde
su lírica peculiar, Dora narra las tensiones de aquellos días. El material de
16 cuartillas fue escrito de un tirón. El drama del momento, la incertidumbre
propia de cualquier batalla y a la vez la certeza de la voluntad de los
cubanos, el temor y la hazaña…todo junto, narrado con maestría.
Aparecen
entonces los milicianos como protagonistas de su relato, los jóvenes, el
pueblo: “Hombres, mujeres y niños saludan entre vivas el paso de los
milicianos. Ellos contestan a gritos, levantando los armamentos sobre las
cabezas juveniles. Es como una poderosa fiesta. Una extraña y admirable forma
de cumplir el deber de cubanos. Van alegres al combate y quizás hacia la
muerte. Y los despiden en cerrado aplauso sin lágrimas ni miedo”.
No
cesó en su texto la admiración a aquellos jóvenes, algunos de apenas 12 o 13
años, que partieron al combate: “A pie, a los dos lados de la carretera, se
riegan milicianos junto a sus nidos armados. Nos saludan alegremente, haciendo
chistes y mostrando ufanos las tiras de nailon estampado de los paracaidistas
capturados al ejército imperialista y mercenario”.
Y
Dora narra, cuenta, describe las escenas; a veces también explica en estilo
directo como solo se pueden dar algunas noticias de la guerra.
A 55
años de aquellos sucesos todos recuerdan el combate, la victoria, pero pocos
saben que fue Dora quien se encargó de contarlos. Ella, la periodista que vivió
Girón, y así hizo suya la anécdota que pocos han leído: “Toda Cuba y toda edad
y todo color de piel se une y se funde en una fuerza inmensa que ya nadie
logrará romper”.
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