Tomado de ''La pupila Insomne''
Por:Omar Pérez Salomón
Cuando el 12 de marzo de 1996 fue
firmada por el presidente de Estados Unidos William Clinton, la llamada
ley Helms-Burton, plataforma que dio continuidad a la política agresiva
desarrollada por sucesivos gobiernos estadounidenses, se recrudeció el
curso agresivo de la política contra Cuba.
En el capítulo primero, la sección 109
se refiere a la autorización para dar apoyo a grupos “democráticos” y de
“derechos humanos” en Cuba, es decir, a los grupúsculos que dentro de
nuestro país sirven a los intereses del imperialismo norteamericano. Se
trata de suministros de publicaciones y materiales informáticos, tales
como libros, videos, y otros medios para realizar propaganda.
En la sección 115 del propio capítulo se
aclara que para las actividades de los servicios de inteligencia, para
la provocación y la subversión contra nuestro país se podrían seguir
disponiendo recursos. “Nada en esta ley, prohíbe las actividades de
investigación, de protección, o de inteligencia debidamente autorizadas
que llevan a cabo agencias encargadas de aplicar la ley, o agencias de
inteligencia de los Estados Unidos”.
Las líneas de acción de estas secciones se han cumplido al pie de la letra en estos 21 años de vigencia.
Un ejemplo de ello es que la Rand
Corporation – tanque pensante del Pentágono – realizó varias
investigaciones que recomiendan el desarrollo de una política
estadounidense de información y comunicaciones destinada a “ayudar a
abrir el sistema cerrado de Cuba y fomentar el surgimiento de una
sociedad civil independiente”.
Uno de esos estudios, realizado por
Larry Press en 1996, tenía como fin mejorar el conocimiento sobre la
situación de las telecomunicaciones de Cuba, en especial las
perspectivas para ampliar la red de computadoras con acceso a internet, y
serviría como documento base para un proyecto sobre “Actores,
resultados y política estadounidense para una Cuba en proceso de
cambio”.
En la investigación: “Las
telecomunicaciones cubanas, la red de computación y las implicaciones en
la política de los Estados Unidos” se plantea que en 1996 Cuba ya
contaba con cuatro redes con conexiones internacionales a la internet –
Red del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGBnet), Centro
de Intercambio Automatizado de Información (CENIAI), TinoRed de los
Joven Club e Infomed – y reconoce que: “A pesar de los serios problemas
económicos, desde 1992, las redes cubanas han crecido notablemente,
tanto en dimensión como en calidad, principalmente debido a que el
gobierno cubano ha permitido y financiado dicho crecimiento”[1]
En las recomendaciones realizadas llama
la atención que se proponen varias medidas dirigidas a incrementar la
injerencia en los asuntos cubanos utilizando las redes informáticas,
embrión de las acciones que en fechas más recientes han ejecutado
agencias y mercenarios al servicio del gobierno de Estados Unidos contra
la mayor de las Antillas.
Entre ellas tenemos: estimular una
conexión directa IP con Internet para brindar a los cubanos un acceso
interactivo a materiales del extranjero; dar una respuesta rápida a la
solicitud que hiciera la empresa WilTel de un permiso para construir un
cable óptico entre los Estados Unidos y Cuba, pendiente desde marzo de
1994, y a otras solicitudes para brindar diferentes servicios
relacionados con datos; fomentar los viajes desde Cuba con fines de
adiestramiento y capacitación en la administración de las redes
informáticas, y otras formas de intercambio técnico.
Además, apoyar a los usuarios cubanos,
en especial a las ONG con adiestramiento, equipos y cubriendo los costos
de la comunicación. En este sentido se explica que, “las ONG, los
Clubes de Computación para los jóvenes, las universidades y los
investigadores en la esfera de la biotecnología nos parecen merecer que
se les apoye. Las ONG y los investigadores de la rama biotecnológica
contribuyen al apoyo a los derechos humanos y al logro de los objetivos
relativos a la política de acceso al conocimiento; los Clubes de
Computación para los jóvenes y las universidades pueden contribuir
directamente al adiestramiento de la comunidad de usuarios exigentes
necesaria para lograr una potente red”.
“Dado que con una subvención directa se
corre el riesgo de que las organizaciones beneficiarias salten demasiado
a la vista, pudiera preferirse la subvención indirecta. Esta acción
puede canalizarse a través de una serie de organizaciones, fundaciones y
compañías profesionales internacionales. Hay muchas actividades de este
tipo en los países en desarrollo. Por ejemplo, el PNUD y la Fundación
Soros apoyan los proyectos de redes informáticas y la Internet Society
organiza anualmente talleres para los que trabajan con redes en países
en desarrollo. Asimismo, se debe fomentar y facilitar el apoyo de las
compañías privadas, particularmente el de aquellas que tienen negocios
de computación y de conexión de redes. Además, debemos subrayar que las
pequeñas inversiones pueden lograr un avance significativo, ya que las
redes cubanas operan con un presupuesto muy limitado.”[2]
El gobierno estadounidense destina
recursos multimillonarios a la quinta columna que organizan como parte
de su política de “cambio de régimen” en nuestro país. Informaciones
publicadas por medios de prensa norteamericanos demuestran que desde el
año 1996 y hasta el 2011 el Congreso de ese país destinó 205 millones de
dólares para ello.
El caso de Alan Gross, la operación
Zunzuneo y la actuación en torno al sector no estatal cubano, confirman
que la ley Helms-Burton se ha renovado en su aplicación.
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