Construir
falsos líderes de opinión es una táctica de subversión empleada de
forma sistemática por los servicios de inteligencia de los Estados
Unidos.
En
el caso particular de Cuba, aprovechando la poca reputación de la
disidencia tradicional y el auge de las nuevas tecnologías, apostaron
por construir la imagen de una bloguera disidente llamada Yoani Sánchez.
Además de contribuir al posicionamiento de su blog, traduciéndolo a más
de diez idiomas, garantizándole una conexión a Internet permanente y el
seguimiento con falsos perfiles en las redes sociales, le permitieron
publicar en el diario El País,
lo cual contribuyó a validar su «historia personal». Cada trabajo del
periódico fue edificando un personaje cuyo cambio de imagen, alegato y
por ende, proyección, evoluciona a medida que se potencia el discurso
propagandístico a su favor.
La intención de este artículo es indagar en cómo se ha insertado la
figura de esta bloguera en dicho medio de prensa y cómo su construcción
es otra estrategia más de la política de subversión contra Cuba en el
entorno mediático.
El 3 de enero de 2008, Yoani Sánchez hizo su primera aparición en las
páginas del diario de la pluma de Mauricio Vicent, entonces corresponsal
en La Habana. Una entrevista bajo el título «La vida no está en otra
parte, está en otra Cuba», da inicio a la conversación entre el
periodista y la joven, quien ocupó completamente la contraportada de la
edición española. Otra Cuba, resulta una alusión directa a otro sistema
social, otro gobierno, otra nación diferente. La frase constituye un
juicio categórico que asume una sola alternativa para lograr los cambios
en Cuba y, contradictoriamente, deja a la imaginación ese proyecto que
tanto ansía la bloguera. Este hecho confirma el rasgo distintivo del
diario respecto al tema del cambio de gobierno en Cuba, pues tampoco
reparan demasiado en vislumbrar lo que podría formar parte de esa
proyección de otra Cuba. Declaran que hace falta algo diferente, pero no saben muy bien qué es.
En la primera línea, una aclaración de Vicent deja claro que la bloguera no es unadisidente, aunque precisa que administra un blog contestatario. Esto resulta confuso. Buscando en el origen de los términos, el Diccionario de La Lengua Española precisa que el adjetivo disidente proviene del sustantivo disidencia: discrepancia, divergencia, desacuerdo muy notable de opiniones, ruptura. Por otra parte, contestatario emana del verbo contestar cuyos
sinónimos son precisamente discrepar, protestar, contradecir. Realmente
no se percibe una diferencia significativa entre ambos términos. El
objetivo del autor es mantener la lógica del discurso propagandístico en
torno a la bloguera, que busca alejarla de la imagen de la disidencia
tradicional.
Frases cargadas de ambigüedad esbozan un intento por comprender el
sentir y el pensar de esta joven. Esta estrategia de apelación a las
emociones es muy común en el tratamiento comunicativo a Yoani Sánchez.
Además se suma otra estrategia discursiva que acentúa los atributos
negativos/positivos del otro, por medio de comparaciones entre los
grupos que sustentan la polarización. De esta manera, se contrapone al
tono agresivo con que, de manera muy sutil, califican al gobierno de
Cuba. Precisamente, es esa contraposición la que sobredimensiona los
valores positivos de la bloguera y los negativos del sistema político en
Cuba.
La introducción a Yoani Sánchez se centra en su actividad como creadora del blogGeneración Y,
precisando que este aglutina a un «considerable número de seguidores».
En los siguientes párrafos, el reportero explica cómo la joven logra
conectarse a Internet y actualizar su blog, sorteando las regulaciones
estatales y aludiendo a su pericia y firmeza, al no temer «las posibles
repercusiones políticas». ¿Acaso está violando la ley? Y si fuera así
¿Violar esa ley se convierte automáticamente en una cuestión política?
A primera lectura, no parece Yoani Sánchez el centro del trabajo
periodístico, pero esta mención fija un punto de partida en dos
direcciones. Por una parte, al hacer referencia a testimonios anónimos,
la figura de la bloguera sobresale por ser la única a la que se alude
con nombres y apellidos. Esto contribuye a que el lector ávido de
información indague sobre su labor. ¿Y qué mejor manera que visitar
Generación Y? Al fin y al cabo, querrá tropezar con los testimonios de
primera mano, sin periodistas intermediarios traduciendo el panorama
cubano.
La segunda dirección en que opera este reportaje es delimitar la
posición del emisor (que definirá a los siguientes artículos), al
simpatizar con la labor de la bloguera. Ciertamente resulta una
estrategia de manipulación interesante: El País no solo pone a disposición de sus lectores una verdad,
sino que además exhorta a que estos profundicen en las temáticas
abordadas, por supuesto, pautando cuáles son las referencias indicadas. A
partir de entonces, los artículos periodísticos sobre la autora de Generación Y, comenzaron a ser recurrentes en las páginas del diario español, elaborándose 17 trabajos durante el año 2008.
Un elemento que distinguirá todas las publicaciones siguientes será el
uso tendencioso de la autopresentación positiva de nosotros (en este
caso El País como defensor de Yoani Sánchez y su «causa»), y
presentación negativa de los otros (el gobierno cubano), una estrategia
discursiva que hará valer argumentos y valoraciones de aparente
honestidad en torno a la labor de la bloguera cubana, y satanizando
cualquier gestión del Estado. Este discurso se valdrá principalmente de
términos como «dictadura», «régimen castrista», «régimen totalitario» o
simplemente «régimen», expresiones usuales en el tratamiento
propagandístico de medios de comunicación con un discurso de franca
oposición al sistema político en Cuba.
Dichas expresiones establecen en el lector puntos de comparación
inconsciente frente a las descripciones sobre Yoani Sánchez, tales como
«cronista de la vida cotidiana», «joven bloguera», «habanera valiente» o
«valerosa cubana». Cualquier lector del diario español habituado a una
serie de estereotipos fijados por la línea editorial, se sentirá en
franca simpatía con la actitud de una mujer que se enfrenta a un sistema
represor y rechazará cualquier acción que este emprenda, sin buscar
segundas referencias.
En cuanto al empleo de las fuentes, los reporteros acudieron mayormente a
las declaraciones de la bloguera, ya fuese por twitts, publicaciones
en Generación Y o
testimonios ofrecidos en entrevistas. En pocas ocasiones hicieron
alusión a declaraciones oficiales y se omitieron por completo las
revelaciones de documentos que pudieran inculpar o poner en tela de
juicio la gestión de Yoani Sánchez. Obviamente, no se hizo ninguna
mención a los cables de Wikileaks.
Yoani Sánchez y los mil premios
A inicios de abril de 2008, tan solo un mes después de la primera mención a Yoani Sánchez en las páginas de El País,
el diario español le concedía el Premio Ortega y Gasset en la categoría
de Periodismo Digital. Gran estupefacción causó en críticos y literatos
la decisión del jurado, puesto que no comprendían cómo había llegado a
las manos de la bloguera, con poco tiempo en el mundo de la noticia, un
galardón concedido tradicionalmente a periodistas de renombre, con una
trayectoria admirable en la cobertura informativa en condiciones
especiales y en la crítica certera.
No obstante, el lauro fue entregado argumentando «la perspicacia con la
que su trabajo ha sorteado las limitaciones a la libertad de expresión
que existen en Cuba, su estilo de información vivaz y el ímpetu con el
que se ha incorporado al espacio global de periodismo ciudadano».
Un mes más tarde a la entrega del premio, el periódico ofreció dos
artículos en los que se cuestionaban la decisión de una instancia
oficial de negarle a Yoani Sánchez la salida del país para que asistiera
a la entrega del Premio Ortega y Gasset.
Bajo los llamativos titulares «El Gobierno cubano bloquea la salida de
Yoani Sánchez para recibir el Premio Ortega y Gasset» y «Cuba impide a
Yoani Sánchez desplazarse a Madrid para recoger el Ortega y Gasset», los
comentarios inducen a solidarizarse con la bloguera, en dos trabajos
periodísticos que tienen prácticamente el mismo formato y contenido,
táctica reiterativa para incidir en la percepción del lector.
Lo más cercano a una suposición sobre los motivos del gobierno, son
frases que incluyen calificativos como «la burocracia cubana es muy
críptica» o «el silencio administrativo de las autoridades cubanas», una
estrategia de ambigüedad que busca en la generalización atribuir a
todas las instancias (sin importar la esfera) cubanas la responsabilidad
por la decisión de una institución, en este caso de la Dirección de
Inmigración y Extranjería. No obstante, si realmente se hubiese tratado
de una «decisión gubernamental», un análisis al respecto no es siquiera
el punto de debate de los artículos, en los que solamente tiene voz la
bloguera.
El Premio Ortega y Gasset, que incluye el pago de un monto de 15 mil
euros, fue solamente la base piramidal de una serie de galardones que ha
venido recibiendo la bloguera. Todos ellos fueron anunciados y
promovidos por el diario El País,
convirtiéndose en epítetos de obligada mención en las referencias a
Yoani Sánchez. La negativa de Inmigración a que pudiera viajar fuera de
Cuba se repitió y nuevamente fue centro de las noticias del periódico
español.
La construcción de una mártir
Ya
comenzaba a ser repetitivo aquel discurso propagandístico sobre las
condiciones precarias que Yoani afrontaba como una ciudadana cubana más.
Los premios y las ganancias financieras eran imposibles de esconder,
aunque el diario español nunca hizo hincapié en dichos donativos,
probablemente por temor a que los lectores identificaran la nueva
postura económica de Yoani Sánchez, con un alejamiento de su condición
de vocera de una supuesta sociedad oprimida y socavada. A medida que la
construcción mediática de la bloguera iba en ascenso, resultaba preciso
buscar nuevas estrategias que renovaran su condición de mártir.
Yoani Sánchez relató en múltiples ocasiones, haber sido víctima de
«ataques» y «amenazas» por parte de la policía cubana, y el diario El País siempre
ha reservado espacios para hacer menciones al respecto, no solo de la
pluma del corresponsal en La Habana Mauricio Vicent, sino de otros
tantos periodistas del rotativo español. Esto refuerza la imagen
negativa de Cuba como una «dictadura represiva», un mecanismo clásico
dentro de la estrategia de propaganda subversiva contra la Isla. ¿Qué
mejor manera de legitimar un discurso sobre un país represor, que a
través de la presentación de sus propias víctimas?
En noviembre de 2009, publicó haber sido víctima de un «secuestro
siciliano» mientras se dirigía a una «manifestación crítica».
Rápidamente el diario publicó una serie de artículos al respecto,
comenzando por un comentario del corresponsal en La Habana Mauricio
Vicent, que reprodujo casi la totalidad de las palabras de la bloguera
en el post publicado horas después del presunto incidente.
De esta forma se enfatiza en la posición del emisor, en este caso en
apoyo a lo que Yoani Sánchez relataba, pues en el artículo apenas Vicent
realiza valoraciones sobre el hecho. Prefiere en cambio, apelar a las
emociones que el propio testimonio puede provocar en los lectores. El
periodista Salim Lamrani explica al respecto que «las palabras de Yoani
Sánchez son terroríficas y suscitan inmediatamente la simpatía y
comprensión del lector hacia la víctima» (Lamrani, 2009).
Sin embargo, el diario español omitió las declaraciones contradictorias
que reveló Yoani Sánchez al ser entrevistada por Fernando Rasverg,
corresponsal de la BBC en La Habana, en las que no pudo demostrar ni con
testimonios gráficos ni con marcas en su cuerpo, la golpiza a la que
supuestamente fue sometida. Las imágenes del canal estadounidense CNN
dieron fe de estas publicaciones de Rasverg, pero tampoco fueron
mencionadas por el diario español. Esto resulta curioso, sobre todo
porque el canal estadounidense es regularmente tomado como referencia
por El País.
Al mismo tiempo, otras agencias informativas localizaron a los doctores
que atendieron a la bloguera y que notificaron no haber encontrado
ninguna señal de golpe o violencia en su cuerpo. Pero esta dinámica para
la corroboración de las informaciones no la aplicaron los reporteros
del diario español.
Lo que muchas personas ignoran es que de hecho, El País reconoce
en su Manual de Estilo la existencia de una cláusula que establece que
«en caso de conflicto hay que escuchar o acudir a las dos partes».
Además, su Sección 3: Tratamiento de la Información, dispone que en los
casos que se consideren conflictivos,
se debe acudir siempre a las dos partes en pleito. «Aquellos dudosos,
de cierta trascendencia o especialmente delicados, han de ser
contrastados por al menos dos fuentes, independientes entre sí, a las
que se aludirá siquiera sea vagamente. Siempre se hará constar, en su
caso, que determinada persona supuestamente perjudicada por una
información no ha sido localizada. Pero se explicará con esta fórmula o
similar: ‘este periódico intentó ayer, sin éxito, conversar con Fulano
de Tal para que ofreciera su versión’» (El País, 2002: 8-14).
Sería interesante preguntarle a algún directivo del periódico ¿por qué
no se aplican estas metodologías en el tratamiento comunicativo a la
bloguera cubana? O ¿por qué la intensidad en el tratamiento a la
bloguera no se extiende a otros tópicos del tema Cuba? No hay lugar para
el cuestionamiento cuando se trata de ella. Iroel Sánchez en una
entrevista personal concedida para esta investigación, subraya que Yoani
ofrece un «testimonio interno» al discurso de El país y tal pareciera que su palabra fuera ley sagrada (Sánchez, 2014).
En el diario español, no existen mecanismos que posibiliten a la
contraparte (en este caso a Cuba) legitimar sus gestiones, dejando poco o
ningún espacio para la crítica objetiva. Tan solo aparecen unos pocos
análisis centrados fundamentalmente en reproducir frases aisladas,
cargadas de una lexicalización negativa. Resulta innegable que términos
como «prohibición» y «muros infranqueables» sugestionan al lector a
compartir la postura de la bloguera respecto a Cuba. La diferenciación
ideológica se evidencia con el empleo de adjetivos muy negativos. Para El País, los gobiernos que comparten la gestión política de España son democracias; el resto son dictaduras.
Desde una perspectiva periodística, corroborar las fuentes a las que se
accede para la construcción de una noticia, resulta un elemento clave
para que la verdad se imponga, pero es evidente que el periódico español
no siempre aplica esta regla. Por otra parte, la reiteración sobre
estos sucesos en amplias coberturas informativas, por encima de otros
temas del acontecer nacional cubano silenciados por El País, representa una postura agresiva contra la Isla.
Así, se hizo amplio énfasis en las narraciones de la bloguera sobre la golpiza a
la que fue sometida. Y no fue solamente en este suceso. «Secuestros»,
«bloqueo al acceso a Generación Y», «detenciones arbitrarias» y
«boicots», son algunos de los sucesos a los que se le dedicaron espacios
en las páginas del periódico español.
Esta cobertura informativa sobre Yoani Sánchez y la aparente
victimización a la que era sometida, llevó a la elaboración de 13
artículos periodísticos, reportajes y entrevistas en su mayoría, lo que
permite un abordaje más extenso sobre los temas e incluir los
testimonios y valoraciones de la propia bloguera.
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