miércoles, 9 de septiembre de 2015

#PinarDelRío ''Como se construye un disidente en #Cuba; Otra historia de Yoani Sánchez''

Construir falsos líderes de opinión es una táctica de subversión empleada de forma sistemática por los servicios de inteligencia de los Estados Unidos.
En el caso particular de Cuba, aprovechando la poca reputación de la disidencia tradicional y el auge de las nuevas tecnologías, apostaron por construir la imagen de una bloguera disidente llamada Yoani Sánchez.
Además de contribuir al posicionamiento de su blog, traduciéndolo a más de diez idiomas, garantizándole una conexión a Internet permanente y el seguimiento con falsos perfiles en las redes sociales, le permitieron publicar en el diario El País, lo cual contribuyó a validar su «historia personal». Cada trabajo del periódico fue edificando un personaje cuyo cambio de imagen, alegato y por ende, proyección, evoluciona a medida que se potencia el discurso propagandístico a su favor.
La intención de este artículo es indagar en cómo se ha insertado la figura de esta bloguera en dicho medio de prensa y cómo su construcción es otra estrategia más de la política de subversión contra Cuba en el entorno mediático.
El 3 de enero de 2008, Yoani Sánchez hizo su primera aparición en las páginas del diario de la pluma de Mauricio Vicent, entonces corresponsal en La Habana. Una entrevista bajo el título «La vida no está en otra parte, está en otra Cuba», da inicio a la conversación entre el periodista y la joven, quien ocupó completamente la contraportada de la edición española. Otra Cuba, resulta una alusión directa a otro sistema social, otro gobierno, otra nación diferente. La frase constituye un juicio categórico que asume una sola alternativa para lograr los cambios en Cuba y, contradictoriamente, deja a la imaginación ese proyecto que tanto ansía la bloguera. Este hecho confirma el rasgo distintivo del diario respecto al tema del cambio de gobierno en Cuba, pues tampoco reparan demasiado en vislumbrar lo que podría formar parte de esa proyección de otra Cuba. Declaran que hace falta algo diferente, pero no saben muy bien qué es.
En la primera línea, una aclaración de Vicent deja claro que la bloguera no es unadisidente, aunque precisa que administra un blog contestatario. Esto resulta confuso. Buscando en el origen de los términos, el Diccionario de La Lengua Española precisa que el adjetivo disidente proviene del sustantivo disidencia: discrepancia, divergencia, desacuerdo muy notable de opiniones, ruptura. Por otra parte, contestatario emana del verbo contestar cuyos sinónimos son precisamente discrepar, protestar, contradecir. Realmente no se percibe una diferencia significativa entre ambos términos. El objetivo del autor es mantener la lógica del discurso propagandístico en torno a la bloguera, que busca alejarla de la imagen de la disidencia tradicional.
Frases cargadas de ambigüedad esbozan un intento por comprender el sentir y el pensar de esta joven. Esta estrategia de apelación a las emociones es muy común en el tratamiento comunicativo a Yoani Sánchez. Además se suma otra estrategia discursiva que acentúa los atributos negativos/positivos del otro, por medio de comparaciones entre los grupos que sustentan la polarización. De esta manera, se contrapone al tono agresivo con que, de manera muy sutil, califican al gobierno de Cuba. Precisamente, es esa contraposición la que sobredimensiona los valores positivos de la bloguera y los negativos del sistema político en Cuba.
La introducción a Yoani Sánchez se centra en su actividad como creadora del blogGeneración Y, precisando que este aglutina a un «considerable número de seguidores». En los siguientes párrafos, el reportero explica cómo la joven logra conectarse a Internet y actualizar su blog, sorteando las regulaciones estatales y aludiendo a su pericia y firmeza, al no temer «las posibles repercusiones políticas». ¿Acaso está violando la ley? Y si fuera así ¿Violar esa ley se convierte automáticamente en una cuestión política?
A primera lectura, no parece Yoani Sánchez el centro del trabajo periodístico, pero esta mención fija un punto de partida en dos direcciones. Por una parte, al hacer referencia a testimonios anónimos, la figura de la bloguera sobresale por ser la única a la que se alude con nombres y apellidos. Esto contribuye a que el lector ávido de información indague sobre su labor. ¿Y qué mejor manera que visitar Generación Y? Al fin y al cabo, querrá tropezar con los testimonios de primera mano, sin periodistas intermediarios traduciendo el panorama cubano.
La segunda dirección en que opera este reportaje es delimitar la posición del emisor (que definirá a los siguientes artículos), al simpatizar con la labor de la bloguera. Ciertamente resulta una estrategia de manipulación interesante: El País no solo pone a disposición de sus lectores una verdad, sino que además exhorta a que estos profundicen en las temáticas abordadas, por supuesto, pautando cuáles son las referencias indicadas. A partir de entonces, los artículos periodísticos sobre la autora de Generación Y, comenzaron a ser recurrentes en las páginas del diario español, elaborándose 17 trabajos durante el año 2008.
Un elemento que distinguirá todas las publicaciones siguientes será el uso tendencioso de la autopresentación positiva de nosotros (en este caso El País como defensor de Yoani Sánchez y su «causa»), y presentación negativa de los otros (el gobierno cubano), una estrategia discursiva que hará valer argumentos y valoraciones de aparente honestidad en torno a la labor de la bloguera cubana, y satanizando cualquier gestión del Estado. Este discurso se valdrá principalmente de términos como «dictadura», «régimen castrista», «régimen totalitario» o simplemente «régimen», expresiones usuales en el tratamiento propagandístico de medios de comunicación con un discurso de franca oposición al sistema político en Cuba.
Dichas expresiones establecen en el lector puntos de comparación inconsciente frente a las descripciones sobre Yoani Sánchez, tales como «cronista de la vida cotidiana», «joven bloguera», «habanera valiente» o «valerosa cubana». Cualquier lector del diario español habituado a una serie de estereotipos fijados por la línea editorial, se sentirá en franca simpatía con la actitud de una mujer que se enfrenta a un sistema represor y rechazará cualquier acción que este emprenda, sin buscar segundas referencias.
En cuanto al empleo de las fuentes, los reporteros acudieron mayormente a las declaraciones de la bloguera, ya fuese por twitts, publicaciones en Generación Y o testimonios ofrecidos en entrevistas. En pocas ocasiones hicieron alusión a declaraciones oficiales y se omitieron por completo las revelaciones de documentos que pudieran inculpar o poner en tela de juicio la gestión de Yoani Sánchez. Obviamente, no se hizo ninguna mención a los cables de Wikileaks.
Yoani Sánchez y los mil premios
A inicios de abril de 2008, tan solo un mes después de la primera mención a Yoani Sánchez en las páginas de El País, el diario español le concedía el Premio Ortega y Gasset en la categoría de Periodismo Digital. Gran estupefacción causó en críticos y literatos la decisión del jurado, puesto que no comprendían cómo había llegado a las manos de la bloguera, con poco tiempo en el mundo de la noticia, un galardón concedido tradicionalmente a periodistas de renombre, con una trayectoria admirable en la cobertura informativa en condiciones especiales y en la crítica certera.
No obstante, el lauro fue entregado argumentando «la perspicacia con la que su trabajo ha sorteado las limitaciones a la libertad de expresión que existen en Cuba, su estilo de información vivaz y el ímpetu con el que se ha incorporado al espacio global de periodismo ciudadano».
Un mes más tarde a la entrega del premio, el periódico ofreció dos artículos en los que se cuestionaban la decisión de una instancia oficial de negarle a Yoani Sánchez la salida del país para que asistiera a la entrega del Premio Ortega y Gasset.
Bajo los llamativos titulares «El Gobierno cubano bloquea la salida de Yoani Sánchez para recibir el Premio Ortega y Gasset» y «Cuba impide a Yoani Sánchez desplazarse a Madrid para recoger el Ortega y Gasset», los comentarios inducen a solidarizarse con la bloguera, en dos trabajos periodísticos que tienen prácticamente el mismo formato y contenido, táctica reiterativa para incidir en la percepción del lector.
Lo más cercano a una suposición sobre los motivos del gobierno, son frases que incluyen calificativos como «la burocracia cubana es muy críptica» o «el silencio administrativo de las autoridades cubanas», una estrategia de ambigüedad que busca en la generalización atribuir a todas las instancias (sin importar la esfera) cubanas la responsabilidad por la decisión de una institución, en este caso de la Dirección de Inmigración y Extranjería. No obstante, si realmente se hubiese tratado de una «decisión gubernamental», un análisis al respecto no es siquiera el punto de debate de los artículos, en los que solamente tiene voz la bloguera.
El Premio Ortega y Gasset, que incluye el pago de un monto de 15 mil euros, fue solamente la base piramidal de una serie de galardones que ha venido recibiendo la bloguera. Todos ellos fueron anunciados y promovidos por el diario El País, convirtiéndose en epítetos de obligada mención en las referencias a Yoani Sánchez. La negativa de Inmigración a que pudiera viajar fuera de Cuba se repitió y nuevamente fue centro de las noticias del periódico español.
La construcción de una mártir
 Ya comenzaba a ser repetitivo aquel discurso propagandístico sobre las condiciones precarias que Yoani afrontaba como una ciudadana cubana más. Los premios y las ganancias financieras eran imposibles de esconder, aunque el diario español nunca hizo hincapié en dichos donativos, probablemente por temor a que los lectores identificaran la nueva postura económica de Yoani Sánchez, con un alejamiento de su condición de vocera de una supuesta sociedad oprimida y socavada. A medida que la construcción mediática de la bloguera iba en ascenso, resultaba preciso buscar nuevas estrategias que renovaran su condición de mártir.
Yoani Sánchez relató en múltiples ocasiones, haber sido víctima de «ataques» y «amenazas» por parte de la policía cubana, y el diario El País siempre ha reservado espacios para hacer menciones al respecto, no solo de la pluma del corresponsal en La Habana Mauricio Vicent, sino de otros tantos periodistas del rotativo español. Esto refuerza la imagen negativa de Cuba como una «dictadura represiva», un mecanismo clásico dentro de la estrategia de propaganda subversiva contra la Isla. ¿Qué mejor manera de legitimar un discurso sobre un país represor, que a través de la presentación de sus propias víctimas?
En noviembre de 2009, publicó haber sido víctima de un «secuestro siciliano» mientras se dirigía a una «manifestación crítica». Rápidamente el diario publicó una serie de artículos al respecto, comenzando por un comentario del corresponsal en La Habana Mauricio Vicent, que reprodujo casi la totalidad de las palabras de la bloguera en el post publicado horas después del presunto incidente.
De esta forma se enfatiza en la posición del emisor, en este caso en apoyo a lo que Yoani Sánchez relataba, pues en el artículo apenas Vicent realiza valoraciones sobre el hecho. Prefiere en cambio, apelar a las emociones que el propio testimonio puede provocar en los lectores. El periodista Salim Lamrani explica al respecto que «las palabras de Yoani Sánchez son terroríficas y suscitan inmediatamente la simpatía y comprensión del lector hacia la víctima» (Lamrani, 2009).
Sin embargo, el diario español omitió las declaraciones contradictorias que reveló Yoani Sánchez al ser entrevistada por Fernando Rasverg, corresponsal de la BBC en La Habana, en las que no pudo demostrar ni con testimonios gráficos ni con marcas en su cuerpo, la golpiza a la que supuestamente fue sometida. Las imágenes del canal estadounidense CNN dieron fe de estas publicaciones de Rasverg, pero tampoco fueron mencionadas por el diario español. Esto resulta curioso, sobre todo porque el canal estadounidense es regularmente tomado como referencia por El País. Al mismo tiempo, otras agencias informativas localizaron a los doctores que atendieron a la bloguera y que notificaron no haber encontrado ninguna señal de golpe o violencia en su cuerpo. Pero esta dinámica para la corroboración de las informaciones no la aplicaron los reporteros del diario español.
Lo que muchas personas ignoran es que de hecho, El País reconoce en su Manual de Estilo la existencia de una cláusula que establece que «en caso de conflicto hay que escuchar o acudir a las dos partes». Además, su Sección 3: Tratamiento de la Información, dispone que en los casos que se consideren conflictivos, se debe acudir siempre a las dos partes en pleito. «Aquellos dudosos, de cierta trascendencia o especialmente delicados, han de ser contrastados por al menos dos fuentes, independientes entre sí, a las que se aludirá siquiera sea vagamente. Siempre se hará constar, en su caso, que determinada persona supuestamente perjudicada por una información no ha sido localizada. Pero se explicará con esta fórmula o similar: ‘este periódico intentó ayer, sin éxito, conversar con Fulano de Tal para que ofreciera su versión’» (El País, 2002: 8-14).
Sería interesante preguntarle a algún directivo del periódico ¿por qué no se aplican estas metodologías en el tratamiento comunicativo a la bloguera cubana? O ¿por qué la intensidad en el tratamiento a la bloguera no se extiende a otros tópicos del tema Cuba? No hay lugar para el cuestionamiento cuando se trata de ella. Iroel Sánchez en una entrevista personal concedida para esta investigación, subraya que Yoani ofrece un «testimonio interno» al discurso de El país y tal pareciera que su palabra fuera ley sagrada (Sánchez, 2014).
En el diario español, no existen mecanismos que posibiliten a la contraparte (en este caso a Cuba) legitimar sus gestiones, dejando poco o ningún espacio para la crítica objetiva. Tan solo aparecen unos pocos análisis centrados fundamentalmente en reproducir frases aisladas, cargadas de una lexicalización negativa. Resulta innegable que términos como «prohibición» y «muros infranqueables» sugestionan al lector a compartir la postura de la bloguera respecto a Cuba. La diferenciación ideológica se evidencia con el empleo de adjetivos muy negativos. Para El País, los gobiernos que comparten la gestión política de España son democracias; el resto son dictaduras.
Desde una perspectiva periodística, corroborar las fuentes a las que se accede para la construcción de una noticia, resulta un elemento clave para que la verdad se imponga, pero es evidente que el periódico español no siempre aplica esta regla. Por otra parte, la reiteración sobre estos sucesos en amplias coberturas informativas, por encima de otros temas del acontecer nacional cubano silenciados por El País, representa una postura agresiva contra la Isla.
Así, se hizo amplio énfasis en las narraciones de la bloguera sobre la golpiza a la que fue sometida. Y no fue solamente en este suceso. «Secuestros», «bloqueo al acceso a Generación Y», «detenciones arbitrarias» y «boicots», son algunos de los sucesos a los que se le dedicaron espacios en las páginas del periódico español.
Esta cobertura informativa sobre Yoani Sánchez y la aparente victimización a la que era sometida, llevó a la elaboración de 13 artículos periodísticos, reportajes y entrevistas en su mayoría, lo que permite un abordaje más extenso sobre los temas e incluir los testimonios y valoraciones de la propia bloguera.

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