Cuba, como ha sido tradicional en los últimos años, insistirá
nuevamente en la Organización de Nacional Unidas para que sus miembros
se pronuncien sobre la necesidad de eliminar el criminal e ilegal
bloqueo que perjudica a la economía y a los pueblos cubano y
norteamericano.
Pero en este año se da una situación especial, la representación de
Estados Unidos está en una encrucijada con diferentes variables. ¿Votará
en contra de la resolución cubana y se alineará con lo más reaccionario
del Congreso; cumplirá con los principios del Departamento de Estado
que en estos momentos debe responder a su presidente Barack Obama,
supuestamente opuesto a la obsoleta política o se abstendrá, dejando
solos a los israelíes que de ser así no sabrían que hacer?
Si verdaderamente la actual administración está en contra del bloqueo
como ha manifestado, se supone que el Secretario de Estado John Kerry
curse instrucciones precisas, pero en un país con una política exterior
tan indócil, es casi imposible diagnosticar con mucha antelación.
Lo real es que hace solo días el míster President, prorrogó por un
año más la aplicación de la letra y espíritu del Acta de Comercio con el
Enemigo para “tener más opciones para utilizar sus prerrogativas
presidenciales”.
La presencia del Jefe de Estado cubano, General de Ejército Raúl
Castro este mes en la Asamblea General de la ONU, la coincidencia de que
hablará el mismo día que Obama en ese foro y la visita del Papa
Francisco a Cuba y a Estados Unidos, donde se supone que de alguna forma
se refiera al bloqueo, son elementos decisivos para la futura votación.
Podríamos decir que la victoria de Cuba está asegurada, como ha
ocurrido sistemáticamente los últimos años, aunque de poco vale, porque
la aprobación de la resolución no es vinculante y lo que verdaderamente
necesita el país es que se elimine definitivamente el engendro.
El presidente norteamericano y su gobierno tienen que emplearse a
fondo para lograr que el Congreso se interese y lleve el asunto a sus
sesiones, también deberá hacer más énfasis en sus posibilidades
ejecutivas, porque de lo contrario habrá grandes obstáculos en el camino
de la normalización de las relaciones.
La votación de este año es vital, los Estados Unidos no pueden seguir
esa mácula de su política exterior que ha lastimado a un país pequeño,
vecino y que jamás los ha amenazado ni agredido, sin embargo los daños
para Cuba superan los 121 mil 192 millones de dólares en más de 50 años.
La votación será el 27 de octubre, pero todavía estará el eco de todo
lo que pase en las sesiones de septiembre y esperemos que el jefe de la
delegación norteamericana, a tenor con la ética y la vergüenza, en la
contrarréplica no se le ocurra justificar lo inexplicable. Seguro ese
día Bruno Rodríguez dirá al mundo una vez más, cómo el bloqueo viola los
derechos humanos de todos los cubanos, les niega los más sensibles
medicamentos, les escatima comprar alimentos cercano a las fronteras, y
todo por un país que pretende ser amigo de la Isla.
Cuba le reconoce a Obama los pasos que ha dado desde el 17 de
diciembre hasta la fecha, pero entiende que se puede hacer más, porque
como dijera Bruno en la conferencia de prensa en el Minrex, “Obama tiene
posibilidades ilimitadas para modificar de manera significativa las
restricciones vigentes y vaciar al bloqueo de su contenido fundamental,
mediante el ejercicio de sus prerrogativas ejecutivas con
determinación”.
Además, de lograr esos objetivos, no hay dudas de que dejaría un
mejor sendero para la señora Hillary Clinton en su empeño futuro de
llegar con los demócratas a la Casa Blanca, porque su marido plantó una
mala imagen, cuando el 12 de marzo de 1996, con la firma de la Ley Helms
Burton dejó codificado en ley el bloqueo contra Cuba y la madeja de
órdenes ejecutivas que lo sustentan.
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