Hay
aspectos de la Historia de Cuba que necesitan conocerse para acercarnos a la
vida y quehacer cotidiano de José Martí, cuyo pensamiento y acción constituye
un componente esencial de nuestra ideología y práctica revolucionaria.
Uno
de esos reveladores pasajes fue sin lugar a dudas la actitud asumida por
hombres y mujeres del pueblo como fue el caso de los pinareños Paulina
Hernández* y Ruperto Pedroso** que ante los desafíos y adversidades a los que
se enfrentó el maestro supieron dar lo mejor de sí por la Patria y tuvieron el
privilegio de proteger la vida y velar el sueño del apóstol en momentos
trascendentales cuando este preparaba la guerra necesaria de Cuba.
Paulina
y Ruperto se habían establecido como emigrados al sur de la Florida en Tampa,
Estados Unidos a finales de la década de los años 80 del siglo XIX. Ambos
realizaron diferentes oficios; Ella, negra humilde, costurera, despalilladora
de tabaco, lectora de tabaquería, trabajadora doméstica de la familia Hernández
con quienes había emigrado y una de las grandes activistas de la Revolución
necesaria. Él, trabajador de servicio y cocinero del Restaurant de Thomas And
Wuitehead. Al unirse en matrimonio y en breve tiempo posterior adquieren una
casa de huéspedes conocida como "Los Pedroso", situada frente al
conocido taller de Martínez Ibor en Tampa.
En
uno de los viajes que realizó José Martí a Tampa en diciembre de 1892 fue
víctima de un posible asesinato por envenenamiento, pues al maestro le
asechaban peligros eminentes, que ponían una vez más a prueba los destinos de
la Revolución y la vida del gran artífice del Partido Revolucionario Cubano.
Veamos el siguiente relato:
..."
La Fonda de Rubiera le resultaba demasiado trajinada, había optado Martí, en
una de sus visitas, por irse a vivir en una casita aislada de la misma calle.
Dos cubanos de los muchos que le hacían constante objeto de su solicitud - un
blanco y un mulato- se ofrecieron para servirle en su refugio. Tras muchas
instancias Martí los aceptó a título de auxiliares. Se hallaba solo en la casa
una tarde y sintiéndose débil por los discursos y trajines, sirviese una copita
de vino de coca de Mariani, que solía tomar en tales casos; al llevárselo a los
labios la halló un gusto extraño. Tuvo una rápida intuición y devolvió el
sorbo. Cuando llegó de visita el Doctor Balbarrosa que vigilaba en Tampa la
preciosa salud del maestro, le encontró sumido en una butaca con el rostro
pensativo y atristado. Ávido de ver desvirtuada su sospecha, le enteró al
médico de lo sucedido. Balbarrosa olfateó el licor, lo degustó con cautela,
frunció el sueño. Sí, me parece que sí...Ácido...Déjame hacerlo analizar.
Mientras
el doctor se ocultaba la botella en el faldón de la levita. Martí le tomó por
el brazo y le dijo mirándole fijamente: De esto amigo mío...si fuese cierto, ni
una palabra.
El
Doctor Balbarrosa insistió en que Martí se mudara de inmediato, pues los dos
"auxiliares" que seguramente eran gente sobornada por el Cónsul
español, habían desaparecido. Entonces se presentó Paulina Pedroso, la negra
patriota, quien llevó a Martí para su casa situada frente al taller de Martínez
Ibor, junto con Ruperto su esposo, Martí fue custodiado de día y de noche(Por
ellos) hasta que:
Una
tarde, ya de anochecido, se presentó en la casa uno de los auxiliares
desaparecidos: el blanco, venía trémulo, contrito. Ruperto hizo ademán de
lanzarse sobre él, Martí lo contuvo, y, echándole el brazo al visitante por
encima del hombro, se encerró en su cuarto con él. Al cabo de un largo rato el
otro salió con ojos enrojecidos y el rostro más alto. Cuando se hubo marchado,
Ruperto le reprochó a Martí su confianza; ese- contestó- será uno de los que
habrán de disparar en Cuba los primeros tiros" (1).
..."El
vaticinio se cumplió dos años después, pues aquellos dos hombres figuraron en
una de las primeras expediciones. El del abrazo de Martí ganó en la manigua los
galones de Comandante. Se trataba del Comandante del Ejército Libertador
Valentín Castro Córdova" (2).
Paulina
y Ruperto prestaron valiosos servicios a todos los emigrados que defendían la
causa independentista de Cuba, pues en su casa encontraron cobija muchos
cubanos que incluso no disponían de recursos financieros y ellos asumieron los
gastos de hospedaje y alimentos, lo que corrobora una vez más sus altos valores
patrióticos. Colaboran en la creación de la Sociedad de Socorro "La
Caridad"( agrupación femenina del Partido Revolucionario), divulgadores de
propaganda independentista y recaudadores de fondos para la causa en diferentes
talleres a través de los clubes revolucionarios junto al también patriota
pinareño Martín Herrera en la creación del Club San Carlos.
Resultó
impactante para el abogado norteamericano Horatio S. Rubens lo que percibió en
su visita a la casa de huésped "Pedroso":
(...)He
visto a un hombre pasar toda la noche acostado sobre el piso desnudo de un
pasillo que conducía a la habitación de Martí, porque el hombre y su esposa
consideraban inapropiado que el "Maestro", durmiera sin custodio,
aunque me rogaron que no se lo dijese a Martí, que los había visto, pues él no
permitiría semejante vigilia y les robaría a ellos un privilegio inestimable.
Me acuerdo una vez que nos obsequiaron con una estupenda tortilla, una tortilla
de" Petits Pois" exquisitamente hecha por Paulina, una mujer de
color, que positivamente adorada a Martí, mientras la preparaba miré alrededor
del cuarto y - ¿Cual no fue mi asombro al descubrir gran número de libros todos
en inglés? Agarré un volumen y se lo mostré a Martí- sonriendo suavemente me
dijo: - pregúntale a ella.- ¿Paulina es tuyo este libro? - pues sí señor, yo lo
he comprado.- ¿y lo has leído?- Oh, lo estoy leyendo poco a poco porque tengo
que entenderlo, tenemos que prepararnos para saber gobernarnos cuando Cuba sea
libre. El libro era el American Comnonwealth de Bryce" (3)
Las
distintas fuentes consultadas constatan objetivamente la preocupación
inquebrantable de este matrimonio vueltabajero por el apóstol de nuestra
independencia nacional y que finalmente, dado su apego por la libertad de Cuba,
hipotecaron su casa de huésped para incrementar los fondos necesarios.
La
mejor valoración la encontramos en el propio Martí, cuando expresa al referirse
a Paulina y Ruperto:
..."He
estado enfermo y me atendieron muy bien la cubana Paulina, que es negra de color
y muy señora de su alma" (4).
..."Ni
a Paulina ni a Ruperto los recuerdo nunca sin que sienta como una sonrisa el
corazón" (5)
Posterior
a la muerte de Martí, Paulina, antes de morir señaló:
..."
Martí, te quise como madre, te reverencio como cubana. Tú fuiste bueno; A ti
deberá Cuba su independencia" (6)
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