viernes, 20 de mayo de 2016

Paulina y Ruperto: El matrimonio vueltabajero que veló el sueño a José Martí.


Hay aspectos de la Historia de Cuba que necesitan conocerse para acercarnos a la vida y quehacer cotidiano de José Martí, cuyo pensamiento y acción constituye un componente esencial de nuestra ideología y práctica revolucionaria.

Uno de esos reveladores pasajes fue sin lugar a dudas la actitud asumida por hombres y mujeres del pueblo como fue el caso de los pinareños Paulina Hernández* y Ruperto Pedroso** que ante los desafíos y adversidades a los que se enfrentó el maestro supieron dar lo mejor de sí por la Patria y tuvieron el privilegio de proteger la vida y velar el sueño del apóstol en momentos trascendentales cuando este preparaba la guerra necesaria de Cuba.
Paulina y Ruperto se habían establecido como emigrados al sur de la Florida en Tampa, Estados Unidos a finales de la década de los años 80 del siglo XIX. Ambos realizaron diferentes oficios; Ella, negra humilde, costurera, despalilladora de tabaco, lectora de tabaquería, trabajadora doméstica de la familia Hernández con quienes había emigrado y una de las grandes activistas de la Revolución necesaria. Él, trabajador de servicio y cocinero del Restaurant de Thomas And Wuitehead. Al unirse en matrimonio y en breve tiempo posterior adquieren una casa de huéspedes conocida como "Los Pedroso", situada frente al conocido taller de Martínez Ibor en Tampa.
En uno de los viajes que realizó José Martí a Tampa en diciembre de 1892 fue víctima de un posible asesinato por envenenamiento, pues al maestro le asechaban peligros eminentes, que ponían una vez más a prueba los destinos de la Revolución y la vida del gran artífice del Partido Revolucionario Cubano. Veamos el siguiente relato:
..." La Fonda de Rubiera le resultaba demasiado trajinada, había optado Martí, en una de sus visitas, por irse a vivir en una casita aislada de la misma calle. Dos cubanos de los muchos que le hacían constante objeto de su solicitud - un blanco y un mulato- se ofrecieron para servirle en su refugio. Tras muchas instancias Martí los aceptó a título de auxiliares. Se hallaba solo en la casa una tarde y sintiéndose débil por los discursos y trajines, sirviese una copita de vino de coca de Mariani, que solía tomar en tales casos; al llevárselo a los labios la halló un gusto extraño. Tuvo una rápida intuición y devolvió el sorbo. Cuando llegó de visita el Doctor Balbarrosa que vigilaba en Tampa la preciosa salud del maestro, le encontró sumido en una butaca con el rostro pensativo y atristado. Ávido de ver desvirtuada su sospecha, le enteró al médico de lo sucedido. Balbarrosa olfateó el licor, lo degustó con cautela, frunció el sueño. Sí, me parece que sí...Ácido...Déjame hacerlo analizar.
Mientras el doctor se ocultaba la botella en el faldón de la levita. Martí le tomó por el brazo y le dijo mirándole fijamente: De esto amigo mío...si fuese cierto, ni una palabra.
El Doctor Balbarrosa insistió en que Martí se mudara de inmediato, pues los dos "auxiliares" que seguramente eran gente sobornada por el Cónsul español, habían desaparecido. Entonces se presentó Paulina Pedroso, la negra patriota, quien llevó a Martí para su casa situada frente al taller de Martínez Ibor, junto con Ruperto su esposo, Martí fue custodiado de día y de noche(Por ellos) hasta que:
Una tarde, ya de anochecido, se presentó en la casa uno de los auxiliares desaparecidos: el blanco, venía trémulo, contrito. Ruperto hizo ademán de lanzarse sobre él, Martí lo contuvo, y, echándole el brazo al visitante por encima del hombro, se encerró en su cuarto con él. Al cabo de un largo rato el otro salió con ojos enrojecidos y el rostro más alto. Cuando se hubo marchado, Ruperto le reprochó a Martí su confianza; ese- contestó- será uno de los que habrán de disparar en Cuba los primeros tiros" (1).
..."El vaticinio se cumplió dos años después, pues aquellos dos hombres figuraron en una de las primeras expediciones. El del abrazo de Martí ganó en la manigua los galones de Comandante. Se trataba del Comandante del Ejército Libertador Valentín Castro Córdova" (2).
Paulina y Ruperto prestaron valiosos servicios a todos los emigrados que defendían la causa independentista de Cuba, pues en su casa encontraron cobija muchos cubanos que incluso no disponían de recursos financieros y ellos asumieron los gastos de hospedaje y alimentos, lo que corrobora una vez más sus altos valores patrióticos. Colaboran en la creación de la Sociedad de Socorro "La Caridad"( agrupación femenina del Partido Revolucionario), divulgadores de propaganda independentista y recaudadores de fondos para la causa en diferentes talleres a través de los clubes revolucionarios junto al también patriota pinareño Martín Herrera en la creación del Club San Carlos.
Resultó impactante para el abogado norteamericano Horatio S. Rubens lo que percibió en su visita a la casa de huésped "Pedroso":
(...)He visto a un hombre pasar toda la noche acostado sobre el piso desnudo de un pasillo que conducía a la habitación de Martí, porque el hombre y su esposa consideraban inapropiado que el "Maestro", durmiera sin custodio, aunque me rogaron que no se lo dijese a Martí, que los había visto, pues él no permitiría semejante vigilia y les robaría a ellos un privilegio inestimable. Me acuerdo una vez que nos obsequiaron con una estupenda tortilla, una tortilla de" Petits Pois" exquisitamente hecha por Paulina, una mujer de color, que positivamente adorada a Martí, mientras la preparaba miré alrededor del cuarto y - ¿Cual no fue mi asombro al descubrir gran número de libros todos en inglés? Agarré un volumen y se lo mostré a Martí- sonriendo suavemente me dijo: - pregúntale a ella.- ¿Paulina es tuyo este libro? - pues sí señor, yo lo he comprado.- ¿y lo has leído?- Oh, lo estoy leyendo poco a poco porque tengo que entenderlo, tenemos que prepararnos para saber gobernarnos cuando Cuba sea libre. El libro era el American Comnonwealth de Bryce" (3)
Las distintas fuentes consultadas constatan objetivamente la preocupación inquebrantable de este matrimonio vueltabajero por el apóstol de nuestra independencia nacional y que finalmente, dado su apego por la libertad de Cuba, hipotecaron su casa de huésped para incrementar los fondos necesarios.
La mejor valoración la encontramos en el propio Martí, cuando expresa al referirse a Paulina y Ruperto:
..."He estado enfermo y me atendieron muy bien la cubana Paulina, que es negra de color y muy señora de su alma" (4).
..."Ni a Paulina ni a Ruperto los recuerdo nunca sin que sienta como una sonrisa el corazón" (5)
Posterior a la muerte de Martí, Paulina, antes de morir señaló:
..." Martí, te quise como madre, te reverencio como cubana. Tú fuiste bueno; A ti deberá Cuba su independencia" (6)

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