Nereida Ibarra conversando a la puerta de su casa: paciente, humilde,
en la Avenida Patria. Me da café. Le pido entrevistarla. Dice que
tiene 72 años y miedo escénico. Que nadie nunca la ha entrevistado. Digo
una (la) palabra: Fidel.
Entonces habla:
—Yo he sentido
su muerte como si hubiera sido una sangre mía, sinceramente. Yo todos
los días pedía que Dios me le diera salud a Fidel para que siguiera
viviendo. Pero bueno… desgraciadamente...
«Yo pongo el radio todos los días a las cinco de la mañana, y ese día
llamé rápido a mi marido: ay, Beto, se murió Fidel anoche. Y aquello me
cayó mal, mal, mal, mal… ¿Tú no has visto la foto que yo tengo?».
Paso a la sala. Me muestra la foto.
—Yo tengo esa foto en la pared, yo la tengo hace años, ¡uh!, grande
así. Y le pongo su vasito de agua y sus velas y sus flores, porque para
mí él era lo más grande.
«Con esa pérdida la gente está que por favor la vida. Fíjate que uno no oye en las casas radio puesto, ni música, ni nada.
Y el día 4, si vienes por aquí, tú vas a ver que no puedes ni caminar.
La Avenida esa se va a poner así de llena, esperando a que él pase por
aquí. Y yo que vivo aquí mismo, seguro salgo y me paro ahí y ya lo veo
todo. Pero también hay que ir a la Plaza, al homenaje que se le va a
hacer».
Hay olor a café por todas partes.
Está Fidel en la televisión.
—La naturaleza no tenía que habérselo llevado. Tenía que haberlo dejado
para que siguiera viviendo un poco más. Por lo menos yo lo siento así;
con sinceridad te lo digo, y con franqueza. Porque yo vivía antes de la
Revolución con el otro desgraciado ese que estaba en el gobierno. Yo
estaba chiquita, pero bueno, a mí las cosas no se me olvidan. El
Batista ese bien malo que era. Pero con la Revolución todo muy bien.
«Cuando el Comandante llegó las cosas fueron pa’lante y pa’lante y
pa’lante, y mejorando y mejorando, hasta el presente. Que yo espero que
las cosas sigan aquí como han ido en estos años de Revolución que tengo.
«Yo sé que aquí las cosas no van a cambiar. Difícil, difícil… ¿Cambiar
esto? ¿Estás loco? Si el mundo entero ha sentido a Fidel. El mundo
cree en la Revolución. Y yo, así mismo vieja, llena de achaques y de
malezas, si tengo que ir al monte con una pistola a defender Cuba,
segurísimo voy».