viernes, 15 de abril de 2016

Documentos del Congreso del PCC


Rosa Miriam Elizalde: Uno de los criterios que más he escuchado en estos días es la preocupación— incluso reconocida en el periódico Granma— en torno a que los documentos que debatirá el Congreso debieron ser consultados con la militancia de base, e incluso a nivel popular como en Congresos anteriores. ¿Ustedes qué piensan?

Jorge González: No solo los documentos del Partido, sino las leyes, las decisiones más importantes de este país, siempre se han sometido a una consulta popular y el Comandante en Jefe— incluso cuando ha tenido que reconocer públicamente que nos equivocamos en algo— lo ha dicho públicamente, ha asumido la responsabilidad, aunque no fuera solo de él sino de todos nosotros. Por tanto, yo creo que eso es lo que genera esta inquietud en la población, fundamentalmente en la propia militancia, y en el pueblo en general. Estamos habituados a la consulta más amplia. A la gente le preocupa que vayamos a un Congreso del Partido donde el pueblo no ha evaluado directamente en los documentos de la conceptualización, de las cosas fundamentales, porque estamos hablado de una conceptualización; estamos hablando de una definición política, de conocer cómo se van a regir los Lineamentos, lo que nos va a guiar. Eso genera inquietud.
Los Lineamientos, por ejemplo, realmente son la continuidad del proceso anterior. El pueblo participó anteriormente y ahora se siente con el derecho a participar. Estoy de acuerdo con que esa es una preocupación que tiene un fundamento, como también sé que ha sido tenida en cuenta y hay razones que explican por qué se hace ahora en el Congreso, bajo esta circunstancia, que no excluye la discusión amplia, antes, durante y después de la reunión.
Pongo el ejemplo de lo que me ha pasado a mí muchas veces, incluso haciendo mi estudios como especialista o como miembro de un tribunal: yo le daba la tesis a revisar al profesor y él me hacía un conjunto de observaciones, yo modificaba mis observaciones y tres meses después le presentaba la tesis otra vez al profesor y me volvía a hacer consideraciones. Cuando yo revisaba lo que me anotó esta vez, descubría que había regresado a la primera versión. Es difícil tener un documento acabado, sobre todo si surge de la base de consultas permanentes.
La dialéctica de la vida no permite que nosotros tengamos una conceptualización estática. El mundo va cambiando y sin perder los principios, se pueden ir modificando las estrategias y los documentos, por supuesto. No estamos en una burbuja. Podríamos pensar que las enfermedades transmisibles, por ejemplo, son un problema de Cuba. Si nosotros no trabajamos con el resto del mundo, no vamos a estar libres de enfermedades. Si nosotros tenemos aquí gente que entra y sale, cubanos que van a cumplir misión, etc., para nosotros también es una preocupación la situación de salud de esos países, porque influye en la nuestra.
En el caso del VII Congreso, a lo largo y ancho del país ha participado en estas discusiones una enorme cantidad de personas: todos los diputados como representantes del pueblo, un grupo importante de la militancia del Partido Comunista de Cuba, directivos, especialistas etc. Ahí está la expresión del pueblo, lo cual no excluye que en algún momento se lleve a discusión popular. Al final esto no es una fecha de un examen estatal que tiene que ser ese día a esa hora. Nosotros tenemos en nuestras manos la posibilidad de hacer un debate hoy, y otro mañana. Por tanto, lo que estamos elaborando son conceptos que van a estar mejor definidos para someterlos al pueblo y cambiarlos, si hay que cambiar alguno.
Alberto Falla: Sé que hay núcleos del Partido que han expresado la necesidad que ellos tenían de discutir estos materiales… Creo que habría tenido una utilidad, no lo niego. Pero tampoco se puede ignorar el contexto de fenómenos políticos y sociales que están ocurriendo en estos momentos en Latinoamérica. Incluso y con mucha más razón, después de la visita de Obama— que no era casualidad que primero viniera a Cuba y después fuera a Argentina—. Los estadounidense están moviéndose hacia una conciliación con sectores muy importantes de derecha en nuestra América y para mí resulta muy claro cómo están tratando de tener una táctica con Cuba diferente a la que están aplicando en otros países de América Latina, como es el caso de Venezuela.
La celebración de un Congreso del Partido en este contexto político e histórico es muy importante. Ayudará a ubicarnos mejor en ese contexto. Es pertinente que la máxima dirección del Partido valore en el más importante encuentro de su militancia cuál es la postura frente a esta realidad que no va a esperar por nosotros, independientemente de que estoy de acuerdo con que es muy importante también discutir los más ampliamente posible los documentos que impactan en nuestra sociedad. Sin embargo, es une error decir que el proceso previo a este Congreso no tuvo una dimensión popular. Yo he visto hablar y discutir los documentos en estos días a muchas personas que vienen de la entraña popular y los he visto expresarse, hacer críticas, hacer aclaraciones, hacer propuestas sobre las tesis que volveremos a discutir este fin de semana.
La composición del Congreso
Rosa Miriam Elizalde: Hablando de las bases sociales de este proceso, hay dos zonas de la sociedad cubana que son esenciales en la nueva política estadounidense hacia la Isla: una, el sector privado y la otra, los jóvenes. Ha llamado la atención que entre los delegados al Congreso haya solamente 55 jóvenes entre mil delegados, aunque también hay múltiples invitados que no se tienen en cuenta en estas cifras. Ustedes que han estado en los debates, ¿se valoró la relación del Partido con los jóvenes y la atención que Estados Unidos presta a este sector?
Alberto Falla: El promedio de edad de los delegados de La Habana, por ejemplo, es de cuarenta y tantos años, lo cual no es un promedio de ancianos. El concepto de juventud no se define necesariamente por una edad determinada, sino por la proyección de un pensamiento. Recuerdo que Alfredo Guevara decía “jóvenes sí, pero jóvenes inteligentes, jóvenes con un pensamiento formado, jóvenes que sepan como supo Rubén Martínez Villena, Mella…”, es decir jóvenes con pensamiento maduro. He visto esa madurez en los debates previos, que me hace pensar que vamos por un buen camino.
Jorge González: Estoy seguro de que se ha tenido cuenta la representatividad, aunque el asunto, coincido, no es solo de edad. Estuve 15 años de Rector de una universidad (Ciencias Médicas), y eso me hizo ser más joven. Cuando empecé en la Universidad en vez de cumplir más años iba cumpliendo menos, porque el estar todos los días con jóvenes obliga a pensar, no como joven, porque ojalá pudiera pensar como joven, pero sí tener su visión de los problemas. Eso a veces es muy difícil. Cuando yo tenía que hablar con los jóvenes debía emplear un discurso diferente a cuando tenía una reunión con el Consejo de Dirección de la Universidad, porque el pensamiento es diferente y la forma de llegarle a los jóvenes es diferente. Entonces, tú puedes ser aceptado o rechazado por la forma del discurso, aunque tú no cambies en tus principios. El hecho de que haya una representación de jóvenes dentro de los delegados es más que suficiente para que ellos hagan valer su pensamiento. O sea, eso no está dado solo por la cantidad. La cantidad no implica obligatoriamente calidad; la calidad debe estar en que esos sean verdaderamente representativos y que tengan la voz y el pensamiento de los jóvenes.

La Conceptualización del Modelo
Rosa Miriam Elizalde: Hay quien dice que la Conceptualización del Modelo Económico y Social puede convertirse en un ejercicio hermenéutico. ¿Cómo lo valoran, teniendo en cuenta que partimos de que ese primer proyecto de conceptualización tuvo, en enero, más de 600 recomendaciones del Pleno del Comité Central?
Alberto Falla: He visto una participación muy activa de la gente, esos nos libera del tecnicismo, de la aproximación imaginaria a la sociedad. Los cambios más profundos que se han hecho dentro de la sociedad cubana, los hemos venido protagonizando los mismos cubanos con la Revolución. ¡Si esto es hermenéutica…!
Jorge González: Yo creo que tenemos que tener clara una cosa. Por ejemplo, una especialidad de la Medicina es la Epidemiología. Cuando vas a enfrentar una epidemia lo primero que tienes que hacer es una definición de caso; si tú no haces una definición de caso, no puedes enfrentarla. Tú tienes que saber que cuando él hable de un caso de Zika y el otro hable de un caso de Zika, todo el mundo esté hablando de lo mismo. Esa conceptualización científica es imprescindible para enfrentar un problema. Un país tiene que conceptualizar, tiene que saber que cuando todos hablemos, hablemos de lo mismo y que cuando todos pensemos, pensemos en lo mismo. Si nos referimos al bienestar, ¿de qué bienestar estamos hablando?, ¿cuál es el concepto de bienestar que tiene uno y cuál es el concepto de bienestar que tiene otro?
Hubo un cambio en el mundo con la definición de salud. En un momento determinado la gente pensaba que salud era la ausencia de enfermedad y no es solo eso. Yo puedo no estar enfermo y no ser saludable, porque para lograr la salud hay que lograr el bienestar y el bienestar va más allá de la simple ausencia de la enfermedad. Por tanto, cuando hablamos del pueblo saludable tiene que ser un pueblo que no solamente no tenga enfermedades, sino que tenga lo que lleva implícito el bienestar. Para poder enfrentar un problema, hay que definirlo.
Cuando a mí me dijeron: “vas para Bolivia a hacer la búsqueda de los enterramientos”, el concepto no era solo encontrar al Che. Lo tenía claro desde que salí de aquí: debíamos encontrar a todos los guerrilleros por igual, cubanos o no cubanos, porque todos eran patriotas y había que encontrarlos a todos. Entonces, eso es un concepto, definido previamente, que ayuda a no desviarse del objetivo.
Nosotros somos privilegiados porque durante más de medio siglo hemos tenido a un gran profesor (Fidel) que nos ha definido los conceptos, y un poco nos hemos acostumbrado a que ese profesor nos diera el concepto de Revolución y nos diera muchos otros… Este es un momento importante para que nosotros digamos: “bueno, tenemos que tener escritos esos conceptos”. Los cubanos, por ejemplo, hemos hecho mucho en la atención primaria de salud, y cuando tú vas a buscar en los libros, a veces escribe más la gente que viene a Cuba y ve lo que en Cuba se hace.
No somos de la escuela de tener escritos los conceptos, y me parece a mí que en este caso la dirección del país y el Partido, en particular, nos está pidiendo esas definiciones: qué cosa es nuestra sociedad, hacia qué rumbo va, qué cosa es nuestra economía, hacia dónde debe ir su rumbo, qué cosa son nuestras relaciones, hacia donde debe estar el rumbo de nuestras relaciones… y yo creo que eso es lo más importante, que nosotros definamos los conceptos, para que cuando se vaya a evaluar si lo que hicimos quedó bien o mal, tengamos los instrumentos para ello. Uno, por ejemplo, es la participación. Esa es una de las definiciones fundamentales recogidas en los documentos que van a ser sometidas a discusión.
Alberto Falla: En realidad no se puede llegar a esto sin la participación de mucha gente, y la prueba de que no es resultado de un academicismo formal es que lo que aparece en la conceptualización no es definitivo -de lo contrario no nos hubiéramos enterado de las 600 recomendaciones del Pleno-, y sabemos, además, que seguirán siendo discutidos sobre la base de un principio esencial, que es el de la unidad de los cubanos en torno a un proyecto. El proyecto está claro y está definido. La diversidad de criterios está amparada en esa unidad y no en un ejercicio formal de democracia, al estilo tradicional burgués.
Idea de país
Rosa Miriam Elizalde. Ciertos ideólogos del centrismo político hablan de que ha comenzado la batalla final por el futuro de Cuba, porque la sociedad está signada por “conductas carentes de la civilidad necesaria”, ausente de “una idea de país”. ¿Sintieron que la idea de país estuvo ausente de las discusiones previas del VII Congreso del Partido?
Alberto Falla. Decir semejante cosa es un insulto a todas las personas que han estado discutiendo problemas serios y muy grandes de nuestro pueblo, que sí tienen una idea de país y que representan a todos sus sectores. Me parece que se colocan por encima de la sociedad, con ojos prestados, con voces ajenas. Como la de Obama, que de pronto nos dice a nosotros cómo tenemos que comportarnos. Es la perspectiva de un pensamiento generado por la dominación— a veces no tan lejos de la colonia, porque tampoco pienso que aquí vivimos en un mundo poscolonial—. El discurso de Obama fue muy colonizador y la colonización implica la división del país, el restarle al país y a la cultura cubana la unidad que le es necesaria para la supervivencia.
Esta no es y creo no sea la batalla final. Esta es la batalla que nos toca ahora. Mañana vamos a tener otra batalla diferente, o la van a tener otros cubanos. Yo sé que hay muchos cubanos y los he visto, jóvenes de edad y de pensamiento van a seguir librando las batallas necesarias para el desarrollo de nuestro pueblo. Confió profundamente en eso. Adjudicarse la tarea de una batalla final es colocarse como agorero o una especie de mesías con respecto al futuro de Cuba, y yo, francamente, no respeto semejante posición.
Jorge González: No hay ninguna batalla final; hay una batalla cotidiana. La batalla de todos los días, la batalla que hemos venido desarrollando durante 58 años, que ha ido cambiando en el tiempo y que lógicamente tendrá determinadas formas de enfrentar los problemas de acuerdo con las circunstancias. De alguna manera lo hemos tenido que enfrentar en otro momento. Han cambiado las cosas, a veces ha habido cambios bruscos, y solo por la cultura política que tiene el pueblo cubano se han logrado entender.
Rosa Miriam Elizalde: ¿Si tuvieran que resumir en una frase cual es la idea del país que va a definir este Congreso, qué dirían?
Jorge González: Un país para su pueblo.
Alberto Falla: El concepto martiano de “con todos y para el bien de todos”.
Rosa Miriam Elizalde: Aunque el “con todos y para el bien de todos” de Martí objeta y reprocha enérgicamente a siete tipos de personas que tienen un denominador común: la desconfianza en la capacidad del cubano “para vivir de sí en la tierra creada por su valor”, que era precisamente el eje de la tendencia anexionista.
Alberto Falla: Claro, claro, y en ese “todos” no están los que apuestan a la desunión; no están los  “increíbles”, como llamaba Martí en su ensayo “Nuestra América” a esos teóricos colonizados, advirtiéndoles que “con un decreto de Hamilton no se le para la pechada al potro del llanero”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario