jueves, 15 de octubre de 2015

#PinarDelRío ''¿Teléfonos “idiotizantes”?''


Ya es común ver a personas de todas las edades con los llamados teléfonos inteligentes, sea por cuestión de moda o para estar a tono con el desarrollo tecnológico. Atrás quedaron los Nokia, Motorola, incluso los Blackberry, esos son conocidos como "jarros" o "públicas", ahora es todo a golpe de sistema Android.
La era de los reproductores mp3 junto a la de los DVD quedó relegada a un segundo plano o hasta un tercero si se tiene la dicha de contar con una "cajita" en casa. Con los nuevos superteléfonos se puede hacer de todo, hasta conectarse con el mundo a través del Wi-Fi.
Pero como dicen por ahí, el cubano cuando no llega se pasa. Caminas por cualquier calle y tropiezas con más de un entretenido, que en vez de mirar por donde va, anda con la cabeza enterrada en la pantalla de su aparato.


Te obligan a escuchar el reguetón porque son grabadoras ambulantes (como si no bastara con los bicitaxis); puedes tratar de entablar una conversación, sin embargo, difícilmente lograrás atención, pues pasar de nivel en el juego es más importante, y hasta para adquirir un artículo en una tienda hay que esperar a que la encargada de brindarte el servicio pase un sms con toda la paciencia del mundo y además, lo comente con la colega. Eso sin mencionar el peligro de cruzar las calles con audífonos puestos y la música a decibeles inimaginables.
No es cuestión de negar la tecnología, todo lo contrario, debemos ser cautelosos y evitar ser manipulados por ella. Sin darnos cuenta vamos como ovejas al matadero de la ignorancia, a veces creyendo que estamos a la par con el resto del mundo y por eso andamos bien. Las grandes mayorías también pueden estar equivocadas.
Es cierto que los teléfonos actuales cuentan con mil facilidades y opciones a las que no estábamos acostumbrados, incluso lo hacen todo más sencillo, se ajustan perfectamente a la ley del menor esfuerzo, pero, ¿es saludable llegar a ser dependientes de un aparatico? pues es sorprendente escuchar expresiones como "si se me pierde el teléfono me muero". Antes no existían y nadie murió por eso. Hasta la vida era menos mecánica.
El punto es no dejarse idiotizar; pasarse el día entero con la cabeza jorobada puede ser adictivo y nada bueno para la cervical, menos para el cerebro. ¿Qué será de las relaciones humanas si renunciamos a hablar entre nosotros? ¿Es más entretenido un móvil porque los libros no tienen figuritas?
Soy de las personas que apuestan por los avances científicos y tecnológicos, por un futuro mejor para los que vienen detrás, pero hay que darle a un equipo electrónico solo la importancia que lleva, el lugar que le corresponde. Permitirles regir nuestras vidas nos hace perder la noción de lo que somos, de lo que nos enseñaron desde pequeños.
También así se empiezan a perder valores; no solo el irrespeto y la indisciplina marchitan la identidad y la esencia de una sociedad.
Leamos más y conversemos (de forma oral) con más frecuencia; dejemos los emoticones y las caritas felices para las ocasiones que así lo requieran. El sonido de la risa le hace mejor al corazón, dicen los especialistas. Usemos el celular, explotemos sus posibilidades al máximo, disfrutemos con él, pero con medida. Todo en exceso es malo.

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