En
la sede de la ONU volverá a sentirse con fuerza, este martes, la condena de la
mayoría de sus estados miembros al bloqueo económico, financiero y comercial de
EE.UU. contra Cuba desde hace más de medio siglo.
Aunque en más de dos décadas la comunidad internacional ha rechazado de manera
permanente y creciente el criminal cerco, sin dudas, la votación de la Asamblea
General de la ONU a favor del informe que presentará hoy la Isla antillana
exigiendo su cese definitivo pasará a la historia por el nuevo contexto en que
transcurrirá el debate.
Desde que el 17 de diciembre pasado los gobiernos de Cuba y Estados Unidos acordaron restablecer relaciones diplomáticas y la apertura de embajadas en sus respectivas capitales, se abría un nuevo capítulo en la historia bilateral, pero la aspiración suprema de normalizar los vínculos se ve obstaculizada principalmente por esa política de agresiones.
Desde que el 17 de diciembre pasado los gobiernos de Cuba y Estados Unidos acordaron restablecer relaciones diplomáticas y la apertura de embajadas en sus respectivas capitales, se abría un nuevo capítulo en la historia bilateral, pero la aspiración suprema de normalizar los vínculos se ve obstaculizada principalmente por esa política de agresiones.
Como
consecuencia del bloqueo, las pérdidas acumuladas durante más de cinco décadas
ascienden a 833 mil 755 millones de dólares, teniendo en cuenta las
fluctuaciones del valor del oro, pero en honor a la verdad, ese monto, bien
conservador, no podrá medir las tantas penas y sufrimientos que ha sufrido la
población, y las limitaciones al propio desarrollo del país.
Hace menos de un mes, en la propia sede de Naciones Unidas, casi 50 jefes de Estado y de gobierno de los cinco continentes se refirieron al tema durante el debate de la 70 Asamblea General, donde se escucharon calificativos de anacronismo, injusticia, obstáculo al desarrollo, reliquia de la guerra fría y asfixia para el pueblo cubano.
Alrededor de lo que sucederá hoy en esa instancia internacional, no pocas agencias de noticias y medios informativos han teorizado respecto a cuál sería la respuesta o posición del gobierno de Barack Obama ante este nuevo y complejo contexto, en que precisamente se ha comprometido a pedir al congreso estadounidense el levantamiento del “embargo”.
Hace menos de un mes, en la propia sede de Naciones Unidas, casi 50 jefes de Estado y de gobierno de los cinco continentes se refirieron al tema durante el debate de la 70 Asamblea General, donde se escucharon calificativos de anacronismo, injusticia, obstáculo al desarrollo, reliquia de la guerra fría y asfixia para el pueblo cubano.
Alrededor de lo que sucederá hoy en esa instancia internacional, no pocas agencias de noticias y medios informativos han teorizado respecto a cuál sería la respuesta o posición del gobierno de Barack Obama ante este nuevo y complejo contexto, en que precisamente se ha comprometido a pedir al congreso estadounidense el levantamiento del “embargo”.
Lo
cierto es que no obstante algunas medidas ejecutivas adoptadas por él en enero
y septiembre de este año, que para algunos podrían calificarse de
significativas, siguen intactas las principales regulaciones y leyes que forman
parte de la criminal política, sin olvidar que Cuba no solo exige el cese de la
misma, sino de otros actos agresivos a su soberanía.
Para
que se normalicen las relaciones, la mayor de las Antillas reclama también la
devolución del territorio que ocupa la ilegal base naval de Guantánamo, el fin
de los actos subversivos, ya a sea a través de los grupúsculos contrarrevolucionarios
o mercenarios, como también de la radio y la televisión anticubanas, y el pago
de indemnizaciones por los daños al pueblo.
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