Como
todo cubano tengo muchas preocupaciones por lo que está sucediendo no solo en
la dirección, gestión y funcionamiento de la economía (modelo económico)
sino en toda la sociedad, en todo el país, en mi patria. En particular me
preocupa lo que pueda suceder pero no soy escéptico (no aséptico como le
escuche decir a alguien que no sabe de economía) por lo que mi crítica está
signada por el optimismo.
Todos
los cubanos somos críticos e incluso muy críticos y eso puede ser una de esas
fortalezas intangibles de nuestro pueblo como expresó recientemente el
intelectual revolucionario Frei Betto al referirse a otros valores
del pueblo cubano. Pero hay críticas y críticas. Críticas de derecha y de
izquierda, críticas para mejorar el socialismo y críticas para sustituirlo por
el capitalismo, críticas con conocimiento de causa, amparadas en un acerbo
cultural de economía y críticas con muy poca base teórica y sin ninguna
originalidad, repitiendo fuera de contexto los que otros dicen con mayor o
menor objetividad.
Quién
declare ahora que es necesario cambiar el modelo tradicional altamente
centralizado (que dicho sea de paso muy poco se parecía al soviético, al
búlgaro y al alemán democrático) y promover una estructura
heterogénea de propiedad y relaciones de producción conoce muy poco lo que está
establecido en los documentos económicos y en el discurso oficial (por
ejemplo ignora el lineamiento 02 y en general casi todos los lineamientos
relativos al sector no estatal) o entró en coma a finales de los 80 como
Remberto Marcha Atras, el personaje del gustado programa de los lunes. Ignora
que el sector privado nacional ocupa al 24 % de los trabajadores del país, que
la propiedad cooperativa y privada abarca más del 80 % de la
explotación de la tierra cultivable, y que las formas de propiedad no estatal
producen la cuarta parte del Producto interno bruto y son líderes además de la
agricultura, en el comercio minorista agropecuario y en la gastronomía popular,
con importantes posicionamientos en el transporte urbano, en la
construcción y hasta en el turismo. Ignora también el adelgazamiento del Estado
que ya no controla toda la vida económica del país, hecho que reconoció la
CEPAL hace más de 15 años.
Nuestra
crítica o preocupación se relaciona más con los procesos
económicos, sociales y políticos que se puedan derivar de las
tendencias incubadas en esta parte de la economía donde el mercado tiene más
fuerza y donde actúan, no solo leyes económicas de la producción mercantil
simple, sino también de la capitalista. ¿Cuál sería la solución. ¿Acercarnos
al socialismo por la vía de privilegiar el mercado sobre la regulación y la
planificación? ¿Concentrar las inversiones en el sector privado nacional en
lugar de la inversión extranjera donde participa el Estado con un impacto
social directo?
Los
que así piensan coinciden con Obama y en general con el gobierno de los
EEUU que han declarado sin tapujos que su nueva política está dirigida a
empoderar al naciente sector privado cubano, al mercado y en general al
capitalismo. Considero que el socialismo o la construcción del socialismo
no pueden realizarse al margen de las diferentes formas de propiedad y gestión
y del mercado, ya tenemos experiencias negativas con los procesos excluyentes.
Esta política debe ser, y así está al menos diseñada, inclusiva.
Pero
desde los clásicos del marxismo pasando por Lenin, Mariátegui, Che
Guevara, Fidel Castro, el socialismo es el predominio de la propiedad
social sobre la privada, la planificación involucrando al mercado,
y la distribución con arreglo al trabajo combinado con la protección social a
todo el pueblo y en particular a los sectores más vulnerables. Es mucho
más que eso, es democracia, siembra y cosecha de valores, cultura, etc, pero
los anteriores procesos son esenciales. Creo que en estos procesos la actualización
del modelo económico y social tiene déficit pero también reservas
importantes que explorar y explotar. Todavía no se reflejan con
suficiencia las decisiones para incrementar la eficiencia de la empresa
estatal en el aumento del PIB y en el incremento salarial de los
trabajadores estatales que con el 70 % del empleo y más del 75 % del aporte al
Producto Interno Bruto no compiten en la distribución del total de los ingresos
de la población con sectores de menor impacto social.
No
se ha logrado el despegue del desarrollo económico tanto por insuficiente
ahorro interno como por la vía de la inversión extranjera de un impacto
social incomparable con la inversión del capital nacional o privado que
beneficia a determinados sectores e indirectamente a la sociedad, pero solo
parcialmente. Por supuesto la incipiente burguesía cubana se opone fuertemente
a la inversión extranjera porque atenta contra sus intereses. Hay ingenuos que
no se dan cuenta de esto y le hacen el juego al capitalismo.
Es
imprescindible aprovechar más las posibilidades que nos brinda la
propiedad social predominante, aunque no siempre líder, sobre los medios
fundamentales de producción. Por cierto hemos leido de personas exigen se
precise cuáles son, en Cuba, los medios de producción
fundamentales. ¿Qué reclaman, un listado?. De todas formas en general existe
esa delimitación: el artículo 15 de la Constitución de la República, La
ley 118 de inversión extranjera prioriza 11 sectores estratégicos y
posteriormente se han identificado 326 oportunidades de negocios. No hace falta
el famoso listado para saber que esos son medios fundamentales de
producción, a los que se le añaden otros estratégicos en la esfera
de la economía del conocimiento, la salud, la defensa, el orden interior
y determinadas organizaciones sociales y políticas.
Por
supuesto que todo se actualiza, hasta hace poco pequeños negocios en la
gastronomía, comercio y otras actividades eran medios fundamentales de
producción, ahora no lo son. Por ese camino, viendo las cosas al revés se
puede determinar lo que hasta hoy -quizás mañana cambie- se consideran medios
fundamentales o no fundamentales de producción. Nada, que con un poco de
inteligencia y conocimientos mínimos de economía muchos acertijos mentales se pueden
resolver. En estos sectores se decide la batalla por el socialismo que sigue
siendo un ideal, no solo para los cubanos, por el cual vale la pena seguir
luchando; aunque las formas de ese socialismo y en consecuencia de ese ideal
sean diferentes.
Es
cierto que hay muchas personas confundidas y/o maltratadas por las limitaciones
materiales y en particular financieras y eso lleva un tratamiento que va más
allá de los factores políticos e ideológicos. Algo se hace por el Estado pero
es insuficiente y eso es también una debilidad del proceso de actualización.
Hay otros que no quieren compartir el ideal socialista y están en su derecho,
pero que no se hagan los sufridos, preocupados y populistas. Quiero terminar
con una frase de Pepe Mujica: “Los únicos derrotados son los que bajan los
brazos, los que dejan de luchar” .
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