Barack Obama firmó
el miércoles, como lo había prometido, la ley de defensa de 2016 que entre
otras disposiciones prohíbe el cierre de
la prisión de Guantánamo, pero continúa con su plan de clausurar
este capítulo de la historia de Estados Unidos.
El
Congreso adoptó hace 15 días una ley en la que vuelve a prohibir al Pentágono
utilizar fondos para transferir a territorio estadounidense a detenidos en la
polémica cárcel montada en suelo cubano hasta el 31 de diciembre del año
próximo.
El
cuasi consenso logrado para aprobar esta ley monumental se explica por el hecho
que concierne al conjunto de las actividades de defensa en 2016. Guantánamo es
apenas un capítulo de ese texto.
“Las
restricciones inscritas en esta ley respecto a Guantánamo son, como ya lo he
dicho, injustificadas e improductivas”, afirmó Obama en un comunicado en
el que explica su postura.
“Mantener
este sitio no es coherente con los intereses de la nación y debilita nuestra
reputación en el mundo”, agregó, y estimó que es tiempo de que el
Congreso trabaje junto al Poder Ejecutivo en el cierre de esta cárcel.
La
Casa Blanca está preparando un nuevo plan -anunciado hace largo tiempo- para
lograr la clausura de esta controvertida prisión abierta hace 13 años, luego de
los atentados del 11 de setiembre de 2001.
Si,
como es previsible, ese plan vuelve a chocar con la mayoría del Congreso, la
presidencia no excluye recurrir a un decreto, pero en ese caso se
plantearía el tema del margen de maniobra de que dispone el mandatario,
un punto que podría estar en el centro de una intensa batalla jurídica.
Barack
Obama, que no ha dejado de reafirmar su promesa de las dos últimas campañas
presidenciales, considera absurdo “gastar tres millones de dólares
por prisionero para mantener una cárcel que el mundo condena y que los
terroristas utilizan para reclutar” adeptos.
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