No por esperada, la derrota ante Korea es
menos dolorosa. La eliminación de Cuba de la segunda etapa del Premier
12, confirma tristemente que el nivel de la pelota cubana no es tan alto como
algunos quisieran y hasta se empeñan en sostener. Seguimos esperando por el
alegrón que tanto soñamos, al parecer eternamente.
Bates dormidos, lanzamientos que no
engañan y mucho menos dominan, decisiones equivocadas, bateadores que no llegan
a bases, jonroneros que no alcanzan a sacar la bola del cuadro, en fin, todo un
rosario de problemas que solo salen a flote en torneos internacionales,
mientras en casa la mayoría de los jugadores “hacen llorar” la pobre pelota. En
la isla esperan millones, hasta madrugan soñando un pase que no llega nunca.
Pensar que no fuimos los únicos, que
todo el Grupo A fue eliminado, sería consuelo de tontos. La realidad es
aplastante, otra vez Cuba queda en el camino en un torneo
internacional. Lo más preocupante es que el soñado cambio en la actuación de
los peloteros contratados en el exterior, anunciado como una de las posibles
soluciones para elevar el techo de nuestro béisbol, no acaba de llegar, salvo
el mayor de los Gurriel que tuvo un buen torneo. Lo demás, lo mismo con lo
mismo.
Las medidas siguen sin dar resultados.
Me duele, lo repito, esta nueva eliminación. Pero soy testarudo y sigo soñando
con tiempos mejores. Ojalá me llegue alguna señal para volver a confiar en la
pelota cubana.
Me siento como un alcohólico, adicto o
jugador empedernido, una y otra vez digo que esta será la última vez que me
siente frente al televisor para verlos perder. Les aseguro que pesan más mi
patriotismo y amor por esas cuatro gloriosas letras que los peloteros llevan en
su pecho, que cualquier razonamiento lógico. Por esperar ese cambio definitivo
podría arriesgarme a que me acusen de ser un soñador, pero me queda la certeza
como al poeta, de no ser el único.
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