El
Departamento de Estado de EEUU ha publicado ayer una nueva convocatoria para desarrollar sus “programas de
derechos humanos en Cuba”, suerte de apoyo logístico, entrenamiento y respaldo
mediático a la labor subversiva de los grupúsculos contrarrevolucionarios en la
Isla. Tal convocatoria lesiona, sin lugar a dudas, el proceso de acercamiento
entre ambas naciones, en la medida que constituye una muestra de injerencia
activa en los asuntos internos de Cuba.
Tales
programas dirigidos a una fabricada “sociedad civil”, ajena a la que realmente
existe en la Isla, se basan en la defensa de grupos supuestamente
marginalizados, según la óptica de Washington. En tal sentido, USA pretende dar
un espaldarazo a la actividad desestabilizadora de mercenarios internos
agrupados en sindicatos fantasmas, a manipuladores de oficio sobre el tema de
DDHH, así como a supuestos periodistas “independientes” y otros oportunistas
que lucran descaradamente con el dinero del contribuyente norteamericano.
Estos
programas contemplan el financiamiento de estos mercenarios en el exterior,
brindándoles la oportunidad de impostar su discurso falaz en foros
internacionales, así como recibir capacitación en actividades subversivas.
El
Departamento de Estado, en una acción totalmente inamistosa y provocadora,
justifica esta nueva acción anticubana sobre una manipulada concepción sobre
temas como la democracia y los derechos humanos, irrespetando nuestra soberanía
nacional.
Por
supuesto, Cuba adoptará las medidas necesarias para hacer respetar su soberanía
y su autodeterminación, aplicando severamente las leyes contra aquellos que se
involucren en estos programas desestabilizadores.
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