Medios
de comunicación poderosos parecen contar con una interpretación sui géneris
acerca del concepto de libertad de prensa. Radio Martí (RM) es un verdadero
ejemplo y artífice en el arte de engañar, mentir, distorsionar, ofender; aunque
el ocultamiento es una de sus armas preferidas, y es a ese proceder al que, si
me permite, quiero referirme en lo adelante.
Entre
otras razones porque es una necesidad insoslayable denunciar su indigna
existencia y, como simple ciudadano, unirme a la muy justa pretensión de Cuba
al exigir su desaparición definitiva para limpiar un tanto la costra perniciosa
de éste y otros medios “libres” dedicados a la injusticia.
Ocultar
grandes e irrebatibles verdades es, en esencia, tan dañino como fabricar
mentiras. Se utiliza una técnica ya tan gastada como perniciosa: RM sí divulga
los grandes conflictos de esta humanidad, es decir, guerras, epidemias,
catástrofes etc., pero lo que no hace es analizar a profundidad, y mucho menos
combatir, las causas que producen tanto sufrimiento humano.
Un
reciente comentario aparecido en el periódico Granma, me da la posibilidad de
demostrarlo de manera fehaciente, por cuanto se basa en datos oficiales. Así
que, con permiso de su autor, procedo a describirlo como un ejemplo.
Según
datos del Fondo de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) la guerra desatada
en Siria por terroristas, ha dejado a esa nación con el 80% de su población en
la pobreza, y casi dos tercios de su totalidad no cuenta con alimentos ni otros
artículos vitales para la vida; además han muerto más de 220 mil personas y 840
mil heridas.
Ahora
bien, lo que no se dice –aquí el ocultamiento-es que tales efectos son las
causas de la guerra desatada allí por terroristas organizados y financiados
desde Occidente. Y todo ello consecuencia de la voracidad sin límite del gran
capital que quiere, obstinadamente, adueñarse de grandes recursos energéticos y
valiosos minerales.
En
otras palabras informan el “qué”, y nunca el “por qué”. Es sencilla la lógica
que utilizan: cuando usted conoce solo el “qué” se acostumbra a la mansedumbre
ideológica, la misma que más conviene al gran capital; pero si conoce el “por
qué”, estará en condiciones de combatir al enemigo común, y es precisamente lo
que no se quiere. El objetivo primordial es que nadie se interponga en el
camino de fomentar más guerras para vender más armas y obtener más dinero,
(carrera loca por el “más”).
Me
gustaría referirme a otro ejemplo de ocultamiento: la reciente visita del Papa
Francisco a Bolivia. RM, por supuesto, reseñó aspectos de la visita, todos
ellos de segundo interés comparados con las afirmaciones brillantes y honestas
que proclamó con gran vehemencia, no por gusto creyentes y no creyentes lo
califican como el Papa de los pobres.
El
asunto medular radica en que, en este caso, Francisco puso al descubierto, con
gran audacia y sabiduría, no solo los grandes males que aquejan el mundo, sino
además, las causas que le han dado origen; es decir, ha dicho grandes verdades
que muchos medios poderosos no dicen intencionalmente. Veamos algunas de tales
afirmaciones del Papa:
“…los
pueblos tienen memoria, la cual pasa de generación en generación y a las que
vienen en camino; es necesario evitar la pérdida de la misma”. “pidió un cambio
en el mundo, que tenga una economía al servicio de los pueblos, y condenó el
actual sistema que no se aguanta”. “Digámoslo sin miedo: queremos un cambio,
clamó el Papa tras asegurar que cuando el capital se convierte en ídolo y
dirige las opciones de los seres humanos y la avidez por el dinero tutela todo
el sistema socioeconómico, se condena al hombre y a la naturaleza”.
No
queda duda alguna; más claro ni el agua. Y viene a mi mente algunas preguntas a
RM y a otros de su misma clase; claro, teniendo en cuenta que son ejemplos de
la “prensa libre e independiente”: ¿por qué no han puesto en primer plano las
afirmaciones del Papa? Son verdades que nadie, con un mínimo de honestidad e
inteligencia, se atrevería a cuestionar. ¿Qué argumentos sólidos pueden
esgrimirse para descalificar lo dicho por Su Santidad?
Definitivamente
nunca encontraremos respuesta a tales cuestionamientos; pero lo que sí está muy
claro es que hoy, como nunca antes, es imprescindible la unión de los buenos, y
no abandonar el empeño por un mundo mejor. Al efecto viene a mi mente unas palabras
afines a nuestro tema, escritas por José Martí: “La verdad bien dicha, dicha a
tiempo, disipa, como si fuese humo, a sus enemigos “.
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