Cuando la 57 edición del Premio Literario Casa
de las Américas anunciara la presencia en el evento del expresidente uruguayo
José Mujica, nadie sabía con exactitud cuál sería el tema de su conferencia.
Podíamos pensar, por intervenciones en otros escenarios, que Mujica se
referiría a la integración latinoamericana, o al cambio climático y la
desaparición de la especie humana. Y habló también de ello.
Lo que no imaginábamos, al menos no la mayoría,
era que Mujica convertiría a Martí —nuestro Martí— y a la cultura, en el centro
de su discurso de anoche en la Sala Che Guevara de la institución.
“Los que nos llamamos más o menos de izquierda,
tenemos necesidad de acudir a fuentes como Martí”, dijo Mujica y conversó
entonces sobre el Apóstol y su visión independentista. Habló del Martí
revolucionario, escritor, ensayista, enamorado, “enfermo de humanismo”.
“No es la liturgia de recordar a Martí, solo
por hacerle un homenaje, vamos al baúl a buscar herramientas intelectuales que
nos sirvan para esta lucha de hoy. La historia nunca está terminada porque
cambia la perspectiva con la cual nos miramos”, aseguró.
Y, entre otras cosas, lo definió como “un
puente entre los viejos gestores de la independencia latinoamericana y los
desafíos del porvenir. Tenemos deudas con Martí”, afirmó.
En un mundo enajenado y cada vez menos
inclusivo, a Pepe Mujica le preocupa el abandono de la cultura. Por eso, estar
en la Casa es para él —lo confesó—, un honor no merecido. “Este es un templo
que simboliza el esfuerzo más comprometido de la cultura latinoamericana, con
la cual tenemos una deuda vieja”, agregó.
“Mi generación pensó que si lográbamos
cambiar las relaciones de producción y distribución, creábamos las condiciones
físicas para un hombre nuevo, y nos quedamos cortos, nos quedó en el tintero el
formidable papel de la cultura”.
Pero Mujica habla también de la cultura fuera
de las bellas artes, “esa cultura con olor a cocina”, natural, de historias y
tradiciones que forman pueblos, y que nos han enseñado a vivir juntos.
“No hay nada más valioso en la lucha por la
vida que la existencia de los otros, de la comunidad, lo que cuesta es la
interrelación. Robinson Crusoe se hubiera muerto de frío, de angustia, pero la
civilización había creado el lenguaje y otras cosas. No estuvo solo, solo no
iba a ningún lado. Estuvo con la herencia de la civilización”, dijo.
Durante la conferencia, el expresidente
uruguayo insistió en que aún tenemos una deuda con la construcción de una
cultura contestataria distinta, unida a la lucha por la verdadera liberación de
la humanidad, ante esa cultura que quieren, a toda costa, imponernos las
grandes potencias que gobiernan al mundo. Una lucha, si se quiere, también por
la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario