Según
relató, a esta periodista, un cubano residente en México que decidió viajar a
Estados Unidos para visitar a sus familiares, en la frontera, el oficial de
inmigración norteamericano no salía de su asombro, al ver que el hombre no
pronunciaba las palabras mágicas que deben decir los isleños, según la lógica
de la política estadounidense: “Soy cubano y quiero asilo político”.
Ese
“Ábrete Sésamo” es suficiente para que un cubano, sin dudas migrante de primera
clase, reciba un tratamiento especial en gringolandia, donde obtiene la
residencia permanente -green card- tan sólo con pisar el país cuando llega por
tierra y residir durante un año, lo que comúnmente se conoce como política
“pies secos-pies mojados”.
Lo
menos dicho por el complejo mediático mundial, es que tal norma no aplica como
ley, y por lo tanto, el presidente Barack Obama podría eliminarla, que no es el
caso de la de Ajuste Cubano, aprobada por el Congreso en 1966 para socavar
a la Revolución cubana con el tema migratorio. Con posterioridad, en 1980, el presidente
William Clinton eliminó los beneficios de quienes se arriesguen a llegar a
Estados Unidos por mar, que al ser interceptados por la Guardia Costera son
devueltos a la Isla, con lo que terminó el “negocito” terrorista de Hermanos Al
Rescate y otros grupos fanáticos miamenses.
Analistas
serios, de varias tendencias políticas, destacan que la actual crisis
migratoria, que involucra a un numeroso grupo de cubanos en Centroamérica, se
debe al estímulo que significa tal excepcionalidad respecto a los isleños, en
tanto, las violaciones de derechos humanos y el trato abusivo en Estados
Unidos contra otros nacionales, es una constante.
Mientras
los cubanos parecería que van a ser bien recibidos, aunque se levantan voces de
miedo en Miami por el arribo de cientos de isleños; Josh Earnest, vocero
de la Casa Blanca, reiteró que no había planes “por el momento” para cambiar
esa política, como ha dicho una y otra vez la Administración Obama,
argumentando que es una prerrogativa interna.
No
hay que romperse demasiado la cabeza, si Estados Unidos quisiera de verdad
recibir a nuestros compatriotas, sería tan fácil como subirlos en un avión y en
unas horas estarían cumpliendo el “sueño americano con valor añadido”, sin
crear divisiones y contrapunteos en la región centroamericana.
Sin
embargo, los medios de la derecha internacional ha cerrado filas, una vez más,
sobre la matriz de que los “cubanos huyen”, aunque no puedan obviar las
declaraciones de la Casa Blanca. Aquí abrumar con cifras no comprobadas de
llamados centros de investigación y cubanólogos, viene bien. Solo por
excepción, y manipuladamente dejan ver que hay cubanos regresando y
repatriándose en la Isla, de acuerdo con la ley migratoria cubana vigente.
El
problema creado por Washigton, lo deberían resolver allí. A pesar de sus
titubeos y las presiones norteamericanas que han soportado, los gobiernos
centroamericanos, comenzando por Costa Rica, han dicho que la causa y solución
del asunto está en Estados Unidos.
Los
cubanos no desean retornar a Cuba, y ¿cuál es la verdad verdadera? Imagine que
a cualquier ciudadano de otro país, se le concediera el privilegio de
establecerse en Estados Unidos, a cambio de una simple declaración de que
desean asilo político, para disponer de una ayuda federal que luego les permitiría
regresar a su país, y hasta establecer un negocio.
Lo
que sucedería, para no ser rebasados con una verdadera ola migratoria, fue
silenciado por el mismo Obama, en su último informe a la Nación, cuando no
mencionó a los inmigrantes indocumentados detenidos en las redadas llevadas a
cabo en Año Nuevo por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de
Estados Unidos. Cientos, o tal vez miles de personas (no se ha dado a conocer
la cifra), la mayoría de ellas provenientes de países centroamericanos como Honduras,
Guatemala y El Salvador, que han sido arrestadas en todo el país. Familias
enteras, madres solteras con niños y personas solas, que en muchos casos
huyeron de sus países de origen para salvar sus vidas, están siendo detenidas
por agentes federales armados y luego puestas a disposición para ser
deportadas, comentóAmy Godman de Democracy Now!.
La
canalla mediática continúa machacando en el asunto como una causa política por
la “crisis interna” para agredir al gobierno cubano, por ejemplo los mal
llamados Martí, El Nuevo Herald y las televisoras miamenses, pero no les
conducirá a nada, y no lo ignoran, trabajando con una refinación de la técnica
fascista de Goebbels.
Entre
tanto, los cubanos de la Isla, saben que está haciendo zafra la picaresca
inevitable, para aprovechar el filón, puesto que las leyes y políticas citadas,
hoy son un boumerang para Estados Unidos, y que es cuestión de tiempo terminar
con ellas.
Sin
embargo, lo muy atendible, es que Estados Unidos, no ha desmontado el aparato
agresivo hacia Cuba de lo cual no se puede deslindar el tema migratorio,
además. Ellos mismos se encargan de probarlo con creces.
El
día 11 de enero se hizo público que el Departamento de Estado ha destinado
cinco millones, seiscientos mil dólares, según su web,
para sufragar los gastos de lo que ellos denominan “sociedad civil” en Cuba,
que por cierto, como en una alucinación de la política, se muestra opuesta a
una apertura entre ambos países, que va en contra de sus nacionales, a quienes
dicen representar.
La
anterior suma, es adicional a lo que disponen para fomentar la subversión
política ideológica la National Endowment for Democracy y la USAID, que se
calcula en unos quince millones de dólares.
Que
los cubanos sean migrantes de primera clase, pues no hay otra manera de
conceptualizarlo, y que la sobre exposición mediática a “ola migratoria” casi
supere a la colosal y nunca vista hacia Europa, es de todo, menos una
casualidad
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